ELISE
—No creo lo que me cuentas —
— Yo tampoco lo creo, y que lo viví —me siento en el sofá frente a el
—Mi virgensito atrevido —aplaude —Debemos darle un premio —ruedo los ojos
— Déjate de idiotadas y ayúdame — ruego
—¿A qué? —cuestiona sentándose a mi lado
—Solo pienso en quitarle la ropa ahora, en estar sobre él y hacerle muchas cosas — ríe
— Pues él también ha de estar pensando en eso. Con un beso casi llega a tus tetas, imagínate, si le das cavida a más — sonrío
Sonrío por que el beso llega a mi mente, porque no he dejado de pensar en eso estos dos días, porque quiero más de eso, mucho más y porque Martin invade mi mente a cada momento.
— Ya tienes esa cara de estúpida de nuevo —miro mal a Thiago
—No empieces — le reclamo
—No te veía así, desde que creías que la cochinada de Giacomo era tu amor de verdad — ruedo los ojos
—Esa porquería, debería dejarme en paz — digo con rabia
—¿A que te refieres? — indaga
—El muy imbécil, me llama pidiendo que lo perdone y que le