ELISE.
—Y eso es todo señores — doy por terminada la reunión con una sonrisa, aunque por dentro estoy completamente desesperada por saber de Martín
Han pasado varios días y él no ha respondido, aunque lo curioso es que cuando le hablo aprieta mi mano, no sé si son reflejos o el de verdad me escucha, pero prefiero pensar lo segundo, y eso me da esperanzas de que él va a despertar.
Él tiene que despertar.
—Señorita Elise —miro al presidente de la compañía —Es un placer tenerla de nuevo en el negocio —le sonrío
—Me siento afortunada — le respondo
— Y en cuanto a Giacomo, todos testificaremos de que él es culpable —
—Gracias caballeros — se ponen de pie y se despiden con un apretón de manos
Cuando ya estoy sola suspiro, miro por el gran ventanal y pienso en Martin, todos estos días casi no he dormido, y como de forma automática y para no enfermarme, también solo paso llorando mientras sostengo su mano así que hoy tuve que maquillarme bastante para cubrir las ojeras.
Miro mi pierna y maldi