Carlos sintió una pizca de culpa y dijo:
—Fue una formalidad. Todo el mundo sabe que solo quiero ayudar a Laura a realizar 100 deseos.
Lo interrumpí inmediatamente.
—Carlos, deja de poner excusas. Dijiste que el compromiso era su último deseo y después de realizarlo, no tendrías nada que ver con ella. Pero te llamó y te quedaste con ella una semana más. Actuó con coquetería y la ayudaste a encubrir su delito. Su codicia no tiene fin y tu tolerancia no tiene límite. Desde el primer día que me traicionaste, no podemos volver a estar juntos.
Después de que le revelé la verdad, Carlos dejó de explicarse. Solo repitió:
—Natalia, lo siento.
Sonreí sarcásticamente.
—Incluso la policía no puede resolver algunos asuntos y mucho menos disculparse. Carlos, hemos roto. No me molestes más, y no dejes que te menosprecie.
Asintió con la cabeza. Pareció aceptar la separación.
Me sentí aliviada. Me di vuelta y me fui.
Vicente me acercó ansiosamente y me tomó la mano.
—¿Por qué estás aquí sola? ¿Te han