Capítulo 36

El evento más comentado del año en mi ciudad ha sido mí boda. Mi querida madre se había encargado del más mínimo detalle y estuvo pendiente del evento para que nada falle. Lo que más me causó intriga, fue que tanto en las pruebas del vestido de novia como la elección del mismo, me acompañó mi padre. Mientras ella buscaba algo en que meterse las narices, yo seguía los pasos indicados para cumplir con los procedimientos matrimoniales. A mi novio lo vi unas cuantas veces y siempre para provocarme con sus planes para la luna de miel. Casi nunca estaba, o acompañaba a mi madre en algún recado , o simplemente viajaba a su ciudad a poner todo en orden para cuando iba a disfrutar me, según el.

- Tenemos que ir a ver las tartas hija--- dijo mi madre un día.

- Y ¿porqué no te acompaña tu hijo ?

-Ayy Isabel hija, Felipe está dejando todo en orden en el restaurante. Tenéis todo el verano programado; primero la boda, luego la luna miel y luego no quites que tu marido va a querer disfrutar de ti por lo que queda de las vacaciones.

El tono pícaro de mi madre me puso roja como un tomate. Me parecía tan raro que me soltara esas palabras y en ese todo además. Agradecida de que no había nadie cerca que nos pudiera escuchar, contesté sin pensarlo dos veces; eso mismo he dicho, sin pensarlo dos veces.

- Pues que me disfrute en la luna de miel ,porque a la vuelta disfrutará de otras...cosas.

- ¿Cómo dices?---el tono de mi madre se tornó en colores desconocidos. Me cogió del brazo y le dio la vuelta de una.---¡Repite eso que has dicho hace unos segundos!--- su ceño fruncido me daba entender lo enfadada que estaba. No me dio tiempo a contestar.

- ¿Está todo bien?--- ¡oh,no!...el que faltaba. Ya estamos todos.

- ¿De qué está hablando mi hija?--- se dirigió a su futuro yerno con el mismo ceño fruncido y el mismo tono agrio.

- Pues ni idea, no sé de qué estabais hablando.

Sin perder detalle ,mi madre le resumió la conversación anteriormente mantenida. Pude ver como las facciones de Felipe endurecieron por momentos, pero sin que mi madre se diera cuenta, se me acercó sonriendo mientras su mirada se clavaba más y más en la mía.

- Bueno, os dejo aclarar la situación. Tengo algunos recados--- salió por la puerta de la cocina sin mirar atrás. Felipe echó un ojo por encima de su hombro y al ver que nos quedamos solos, me cogió del cuello sin hacer fuerza.

- Veo que te gusta mucho provocarme--- susurró en mis labios para luego lamerlos. Cerré los ojos apretando los dientes.---¿porqué me haces esto Isabel?¿Porqué te empeñas en sacar la bestia de mi interior?

Me quería ir , salir corriendo de allí por el miedo que me había calado hasta en el más profundo rincón de mi ser, pero no podía moverme. ¿quién era este chico que había amado toda mi vida? No paraba de preguntarme si algún día lo conoceré de verdad. Era tan cambiante, tan impredecible.

-Mirame---demandó---. Tocó mis labios con los suyos de una forma muy suave.Mi cuerpo se estremeció y gemí. Abrí los ojos y vi una mirada muy oscura de Felipe, lo que nunca había visto en el.

- ¿Qué hago yo contigo? ¿Qué castigo te mereces por esto?

Restregó su pelvis y pude sentir en mi vientre su erección. Me besó y juro que nunca estuve tan necesitada de el .

- Felipe --- gemi su nombre cuando su boca bajó a morder mi cuello. Sus manos tocaban mi cuerpo bajando hasta que una dio con mi entrepierna.

- No--- susurré---mi madre....

- Ha salido--- contestó. Siguió con sus toques que me volvían más desquiciada que nunca y sus dedos hicieron maravillas con mi botón. Las ganas de gemir fuerte me mataban lentamente mientras besaba mi cuello mordiendo suavemente mi piel. Apoyada en la pared, sabía que no tenía ninguna forma de escaparme de sus garras. Mi pierna rodeaba su cintura y su otra mano pellizcaba suavemente mis pezones. Con cada toque suyo mi cuerpo se sentía más caliente y con más ganas de gritar su nombre; le he echando tanto de menos, que hasta sentir sus toques no lo recordaba.

- Dime que eres mía---sus jadeos eran todo lo que necesitaba para llegar al máximo placer---¡DÍLO!---demandó.

- Soy ...ah, Felipe...por favor---gemí fuerte pero sus labios sellaron los míos tragando mi clímax. Sus gruñidos me dieron entender que talvez el tuvo su momento también, pero sólo apoyó su frente en la mía mientras relajábamos nuestros cuerpos. Bajé la pierna y Felipe tocó mi pecho con su palma.

- Todavía siento tus latidos muy fuertes---rio mordiendo su labio inferior. Me dio un beso casto en la boca y se apartó de mi tocando su miembro todavía errecto---me debes una y me la voy a cobrar con creces. Y ni hablar de los castigos que tengo preparados para ti, mi futura esposa. Tengo una lista muy larga a la que añadir el de hoy.

No dije nada, sólo me separé de el con ganas de mantenerme lejos de este ser que no entendía como cambiaba su comportamiento de un momento a otro.

- Hay que ir a probar tartas---siguió hablando mientras sonreía como un pervertido--- unos dulces más por probar con mis labios.

- Estamos tardando en salir---miré atrás por encima de mi hombro. El se acercó cogiéndome de la mandíbula haciendo que le mirara los ojos.

- Eres la única mujer en mi vida Isabel y voy a ser el único hombre que va a tenerte , te guste o no---el beso casto que recibí me hizo morder mis labios y cerrar los ojos con fuerza. Casi lloro por lo dicho pero contuve mis lágrimas. El resopló con pesar como si no diera crédito a sus propias palabras.

**************

Probamos tartas y al final nos decidimos por una que nos gustó a todos: una combinación de fruta del bosque con cereza, mi fruta favorita, y cubierta con nata y flores de chocolate suizo. En una semana se celebraba nuestra boda y Felipe decidió desaparecer otra vez. Imagino que la despedida de soltero le había robado todo el fin de semana anterior, porque apenas apareció el lunes por la tarde. Las pintas que traía me dijeron todo, ya no necesitaba más explicación de su parte.

-Isabel, necesitamos hablar---el aíre fresco de la terraza tocaba mi piel con gentileza. Yo tenía los brazos cruzados a mi pecho como si me fuera a defender de lo que estaba por venir. MIl pensamientos iban y volvían y no tenía ganas de nadie.

- Por favor, nena---todavia me mantenía en un silencio sepulcral, que sólo el fue capaz de romper con esa voz que seguro alguna disculpa estaba por soltar. Respiré el aíre fresco llenando mis pulmones como si fuera la última vez que lo haría. Sé que suena dramático, pero realmente quería créer que no me escondía nada y que el finde no suponía un dolor para mi corazón.

- Solamente te quiero contar lo que ha pasado en mi despedida, no quiero que nadie te llene la cabeza de mentiras--- su voz sonaba tranquila y suave---mírame.

- ¿ Ha pasado algo tan serio como para que acudas a mi?

Me di la vuelta viéndole a los ojos directamente. Tan abatido , parecía haber vuelto de una batalla perdida a medias.

- Estuve con los chicos en mi restaurante, ya les había dicho que no quería sorpresas. A la tercera copa salieron unas chicas medio vestidas y se subieron a la barra bailando.

Reí, me parecía hasta gracioso, pero la risa se me borro al ver sus ojos. El destello

triste de su mirada me decía que había algo más.

-Entre ellas estaba Nicole, te juro que yo no sabía que la vería allí. Si tengo que pedirte perdón por eso, aunque no sea mi culpa, lo haré.

- Espero que hayas disfrutado del fin de semana con tu chica, porque será el último ---mi enfado era más que notorio. Rabiaba por dentro y mi corazón latía puro dolor. Si esto significaba tenerla presente después de casarnos que se vaya con ella, jamás aceptaría un matrimonio de tres.

- Nena, por favor escúchame---el Felipe mandon fue reemplazado por uno triste, abatido y vencido por una fuerza mayor que sus ganas de tenerme. Daba la sensación de atragantarse con sus propias palabras.

- ¡Olvídalo Felipe! No me querrás decir que no te gusto, o que no sentiste placer al ver a tu querida allí. Siempre tan dispuesta para ti y tus antojos---por un momento vi enfado en su mirada y juro que si no se sintiera culpable me hubiera amenazado otra vez con sus castigos. Por otro lado, la adrenalina que corría por mis venas en esos instantes, me llenaba de coraje y no podía callar.--- Si me lo vienes a contar es porque algo ha pasado y prefieres lavar tu cara antes de que me entere por otras bocas. Tanto que me amenazas con tus castigos que a veces tengo miedo hasta de respirar. Espero que hayas disfrutado de ella, porque después de casarnos las cosas cambiarán entre tu y yo; y ya veremos quien a quien castiga y que clase de penitencia supone cada falta de respeto.

Salí de la terraza dejando atrás sólo palabras, pero el dolor lo llevé conmigo. No me dejaría pisotear por nadie desde hoy en adelante , ni siquiera por el único hombre que he amado toda mi vida.

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