Ethan Miller sin duda parecía tener todo. Dinero, éxito, fama y sobre todo un gran matrimonio que solo era feliz ante las cámaras. Estaba harto y necesitaba escapar hacia la única vía que podría hacerlo feliz, el divorcio. Así que meses después decide finalmente liberarse de la infelicidad que por años lo acompañó, prohibiendo a sí mismo enamorarse una vez más, viajando a México en su primera noche de libertad, emborrachándose a tal punto de no poder reconocer qué era lo que había sucedido la noche anterior pero al encontrar un acta de matrimonio con un nombre totalmente desconocido lo hizo regresar a su realidad. ¿Qué era esa acta de matrimonio que se encontraba sobre su por qué aquella acta tenía el apellido de su ex esposa? ¿Con quién se había casado en su primer día de libertad y que haría para encontrar a su nueva esposa? Lo único que sabía Winter Parker era que debía encontrar al padre de su hijo y recordar lo que había sucedido aquella alocada noche en México.
Leer másCualquier pensamiento que hubiera podido tener Winter en esos momentos se detuvo, observando como frente a ella el médico se pasaba una y otra vez la mano sobre su firme barbilla. Nerviosamente se pasó las manos por las piernas, tratando de limpiarse el repentino sudor que comenzaba a humedecer las palmas de sus manos.
El consultorio estaba en completo silencio, parecía que incluso se podía cortar el silencio incómodo que había en aquella habitación con una navaja. Únicamente se podía escuchar la temblorosa y entrecortada respiración de Winter.
—¿Puede repetir lo que acababa de decir? —pidió ella, temblando en el incómodo asiento de cuero que aquel médico tenía en su consultorio.
—Observando los análisis no queda ninguna duda que usted se encuentra en su cuarta semana de gestación, felicidades. —soltó el médico con una gran sonrisa que la hizo querer regresar el estómago.
“Felicidades” pensó Winter antes de soltar una gran sonrisa nerviosa, ser madre nunca había estado en sus planes y sin duda nunca lo estaría. Ni siquiera podía recordar cómo es que su viaje a México la terminó llevando hacia aquel consultorio de mala muerte.
Estaba completamente segura de que se volvería loca, no podía ser madre, no estaba lista y nunca lo estaría. Estaba completamente segura de que nunca podría hacerlo, no había nacido para ser una madre, había nacido para ser la marginada de la familia y hasta el momento le había sido muy sencillo serlo.
No tenía un trabajo estable, no tenía un departamento de lujo al igual que su familia y sobre todo no tenía una pareja a la cual pudieran hacer responsable de aquel bebé. Con suerte podía llegar a fin de mes cada vez que ella trabajaba horas extras, no quería ser madre, no tenía el suficiente dinero para mantener una pequeña vida que seguramente intentaría matarse cada vez que ella le quitara la mirada de encima. No podía imaginarse a sí misma sin dormir por culpa de su hijo, simplemente no podía imaginarse a ella cambiando pañales cada dos horas, amamantando y cuidando de una pequeña vida cuando ella ni siquiera podía cuidarse a la perfección. Tenía miedo y su rostro no podía ocultarlo.
Su pálida piel parecía haber perdido por completo la poca pigmentación que tenía, sus labios temblaban levemente y su respiración parecía a la respiración que tenía un corredor después de un maratón.
Podía sentir como la ansiedad se filtraba bajo su piel para tomar completo control de ella, estaba a punto de entrar en pánico, quería escapar de todo pero no podía encontrar algo que pudiera ayudarla a escapar.
Ni siquiera sabía quién era el padre de aquella pequeña señal de vida dentro de ella, no podía recordar nada de lo que había sucedido en aquella pequeña escapada a México, de lo único que podía estar completamente segura era que haber bebido una gran cantidad de alcohol le había jugado en contra y ahora se encontraba en problemas.
—Señorita, ¿Usted se encuentra bien?—preguntó el médico, observando cómo frente a él su paciente se desplomaba por culpa de la repentina noticia. —¡Señorita!—gritó antes de correr y evitar que ella se golpeara la cabeza con el suelo.
Al despertar lo único que pudo hacer fue buscar desesperadamente su celular, en busca de la única persona que había estado a su lado desde que tan solo era una niña.
“En el mismo lugar de siempre, ahora. EMERGENCIA, REPITO, EMERGENCIA.”
Escribió en el mensaje de texto que envió a Vania, estaba completamente segura que ella entendería de inmediato aquel mensaje de texto. Ni siquiera pudo agradecerle al doctor antes de salir del consultorio con los resultados de los exámenes que le habían realizado unos cuantos días atrás, solo quería huir de aquel lugar, encontrar unos brazos seguros que pudieran protegerla de la gran cantidad de pánico que tenía.
El pasillo de aquel hospital le parecía tan trágico con sus colores pálidos y con cada paso que daba hacia la salida de aquel lugar se convencía más a sí misma que no estaba lista para lo que el futuro planeaba regalar. No quería imaginar lo desastrosa que se volvería su vida por culpa de un hijo, odiaba imaginar la cara que pondría toda su familia al saber la “Maravillosa” noticia. Estaba totalmente segura y convencida que cada uno de los miembros de su familia la mirarían peor de lo que normalmente solían hacerlo. La compararían con cada una de sus hermosas primas que habían terminado casándose con exitosos empresarios que normalmente gastaban a diario lo que ella podía ganar en un mes (Y con mucho esfuerzo).
Su corazón dio un pequeño brinco de alivió al entrar al restaurante que siempre solía visitar con Vania y darse cuenta que ella ya se encontraba en su mesa favorita, esperando por ella con el rostro lleno de preocupación, mordiéndose las uñas postizas que se había colocado hace unos días. Como era de costumbre movía sus piernas una y otra vez.
—Lo siento por llegar tarde. —apenas pudo decir antes que se pusiera a llorar como una niña pequeña frente a la mesa.
—¿Vas a morir? —preguntó Vania, llevándose las manos hacia el rostro. Preparándose para romper en llanto en cualquier momento.
—Estoy embarazada y no sé quién es el padre —soltó, pronunciando levemente las últimas palabras. No podía creer que acababa de decir aquellas palabras. Nunca hubiera imaginado que esas palabras tuvieran que salir de sus labios. Haberlas tenido que decir le había dejado una amarga sensación.
—¿Qué es lo que acabas de decir? —preguntó Vania, estirando sus brazos
—Acabo de decir que estoy embarazada.
—¡Pero si tu nunca has estado con alguien, ni siquiera con Walter! —dijo Vania, viendo a Winter sentarse frente a ella. —Bueno, en estos momentos no debería de estar prácticamente regañándote, mejor explícame que es lo que ha sucedido.
Winter se masajeó las sienes con suavidad, pensando en la explicación que Vania acababa de pedirle, ni siquiera había una manera adecuada de explicar lo que estaba sucediendo. No recordaba prácticamente nada y eso era lo único que sabía.
—No lo sé —susurró después de unos segundos en silencio, clavando su tímida mirada en cualquier lugar que no fuera Vania.
Estaba tan avergonzada que deseaba esconder su rostro en alguna parte, no tenía el valor de levantar la mirada de aquella desgastada mesa de madera, simplemente no tenía la osadía de fingir que se encontraba perfectamente bien cuando sentía que todo su mundo se derrumbaba.
—¿Alguien abusó de ti, eso fue lo que sucedió? Si eso realmente sucedió...puedo ayudarte. No tienes por qué tener un bebé que te recuerde a tu abusador.
—Esa para nada es una opción, es decir...el abuso.
—¡¿Entonces qué fue lo que realmente sucedió?! —gritó Vania, atrayendo unas cuantas miradas de odio de los comensales que se encontraban en aquel lugar relativamente barato.
Winter negó y clavó la mirada en el anuncio de Waffles al 2x1 y suspiró antes de señalar. Aquel atractivo anuncio.
—Pidamos eso que tengo hambre —soltó con un ligero puchero.
Vania únicamente suspiró de frustración, levantando la mano antes que uno de los cuantos meseros pudiera hacer contacto visual con ella.
—Fue en México, ¿Cierto? —preguntó, sin alejar su mirada de aquel joven mesero que se acercaba a su mesa con ligeros pasos. Por un momento miró a Winter y asintió antes de bajar el brazo —entonces no queda de otra, iremos a México a buscar al padre de ese niño.
—¿Qué? —preguntó Winter, llevando una de sus manos hacia los labios, negando al mismo tiempo que veía por primera vez en esa ocasión que veía los ojos de su mejor amiga. —Eso es imposible.
—Compraré los vuelos esta misma noche, mañana nos vamos a México.
—¡No tiene sentido ir!
—No tener sentido es no buscar al padre de tu hijo, lo encontraremos, te lo prometo Winter.
***
Toda la habitación se encontraba en silencio, los rayos de sol entraban libremente a través de las delgadas cortinas blancas que se movían suavemente de un lado a otro por culpa del agradable viento que se filtraba por la ventana del hotel. La ciudad parecía estar completamente silenciosa aquella mañana en especial Ethan podía escuchar suavemente el cantar de las aves mientras se movía sobre la lujosa cama.
Al abrir los ojos lo primero que pudo ver fue la tormenta que caía sobre la ciudad, soltando toda su fuerza natural sobre el lugar. Por un momento soltó un gran gruñido al tratar de obligarse a sí mismo abandonar aquella cama que lo hacía sentir lleno de tranquilidad, amaba pasar los días lluviosos en cama, leyendo un buen libro de negocios que cultivará su mente para poder enfrentar el duro futuro que tenía frente a él, listo para golpearlo en cualquier momento.
Su adormilada mirada se pasó de un lado a otro por aquella habitación de hotel, habitación que se había convertido en su hogar desde que había decidido pedirle el divorcio a Beaty Parker y le quitara la casa por dos meses. Aunque tuviera millones para comprarse una nueva propiedad había decidido que la habitación de su lujoso hotel sería su hogar hasta que Beaty decidiera abandonar la llamativa mansión que a él le pertenecía.
Los conocidos cinco golpes que sonaron sobre su puerta como cada mañana lo hicieron llevarse las manos al rostro, al mismo tiempo que se sentaba en la orilla de la cama perfectamente desordenada. No quería ir a trabajar, quería quedarse a descansar al menos por un día entero pero al ver el rostro de su asistente al entrar a la habitación le hizo pensar que si no se levantaba de la cama podría ser golpeado en cualquier momento.
—¿Hoy es un mal día? —soltó con su voz gruesa, completamente adormilada mientras que con sus manos peinaba su revoltoso cabello lacio. Todas las mañanas era lo mismo, su cabello despertaba completamente lleno de estática que lo obligaba a tener que peinarlo de inmediato para no lucir como un completo desquiciado. Cada mañana que veía entrar a Drake entrar por la puerta de su habitación solía preguntarle si el día era bueno, si los gruesos labios de Drake le informaban que era un mal día entonces él tendría cuidado con su asistente durante todo el día ya que normalmente Drake solía mantener un carácter bastante “Especial”.
—Oh no, hoy es un día perfecto señor Ethan —contestó Drake, negando suavemente con el elegante traje negro de Ethan entre sus manos. —Hoy es el día perfecto para que mi señor finalmente sepa en qué parte del mundo se encuentra su repentina nueva esposa.
—¿Estás tratando de molestarme? —preguntó Ethan antes de ver a Drake soltar una gran sonrisa de oreja a oreja, justo antes de levantar la ceja con bastante fuerza para fruncir su ceño por unos mínimos segundos.
—Hoy es un día perfecto para aparecer en cada una de las portadas de las revistas nacionales e internacionales, ¿No lo crees?
—¿Cómo piensas que apareceré en todas las portadas? —preguntó Ethan, finalmente levantándose de la cómoda cama que lo había ayudado a descansar durante toda la noche.
Los jóvenes rasgos de Drake se estiraron levemente al soltar una gran sonrisa llena de honestidad.
—Dando un anuncio, anuncia que está buscando a su esposa y le aseguro que cada una de las revistas de esta ciudad hablarán sobre ti. Bromeo, esta tarde saldrá la noticia sobre su divorcio, oficialmente después de un mes se revelará que ustedes se encuentra separado.— soltó antes de estirar ambos brazos hacia ambas direcciones, provocando que el elegante traje negro de Ethan cayera hacia el suelo de la habitación del hotel.— ¡Lo siento!
Esa tarde cada una de las revistas y noticieros de la ciudad llenaron sus portadas con perfectas fotografías de Ethan Miller. Escribiendo artículos con cada uno de los detalles sobre su repentino divorcio que había mantenido oculto durante un mes. Después de unos meses peleando por su libertad, finalmente la había podido atrapar y estaba completamente convencido que no permitiría que una mujer volviera a interferir en aquella libertad que finalmente había recuperado.
“El caballero del año finalmente está soltero”
“Repentino divorcio de Ethan Miller, nunca fueron una pareja feliz. Ocultó su divorcio”
“Se le acabó el amor a Ethan Miller, ¿Será que tiene a otra mujer?”
“Ethan Miller confiesa que nunca fue feliz”
Eran algunos de los títulos que más habían escrito en las portadas de las revistas aquel día, Ethan se mantenía tranquilo a pesar que toda la ciudad se mantuviera en caos por culpa de su divorcio.
Realmente lo único que le interesaba en esos momentos, era encontrar a la mujer con la que se había casado en México. El acta de matrimonio se dobló ligeramente entre sus manos, llamando la atención de Drake por un momento.
—No puedo creer que después de un mes sigo sin poder encontrarla, únicamente necesito una firma para cancelar mi matrimonio con esa mujer.
—¿No ha pensado que esto podría ser destino? —soltó Rosa con una gran sonrisa en su rostro, recargándose en la pared de mármol mientras sostenía entre sus manos unas cuantas revistas que habían utilizado a Ethan en su portada.
—No lo digas— pidió Drake.
—Acaba de terminar un matrimonio y mágicamente ha caído en otro. ¿Nunca pensó que esta mujer podría ser la mujer que realmente lo puede hacer feliz?
—No, no lo he pensado y estoy completamente seguro que haberme casado con una mujer la misma noche que me divorcié fue un completo error.— respondió Ethan al levantarse de su asiento, pensando en los pocos detalles que recordaba de esa noche y sobre todo en los mínimos detalles que recordaba de ella.
Lo único que su memoria le había permitido conservar de aquella noche era la completa inexperiencia de aquella mujer, sus movimientos nerviosos y su pequeña sonrisa coqueta. Estaba casi completamente seguro de que aquella mujer era rubia y tenía la piel completamente pálida.
Aún podía recordar cómo había despertado en aquella gran habitación de hotel completamente solo, sintiendo como la cabeza le explotaba por culpa de la gran cantidad de alcohol que había consumido la noche anterior. Podía recordar el suave olor a vainilla que se había quedado impregnado en las blancas sábanas del lugar y sobre todo nunca podría olvidar la manera en la que había descubierto que se había casado una vez más.
La felicidad que había sentido por finalmente ser soltero se había acabado por completo al descubrir aquella acta de matrimonio en su habitación de hotel. Necesitaba urgentemente divorciarse de aquella mujer, no le importaba la gran cantidad de dinero que pudiera perder debido a ese divorcio, simplemente quería con locura estar libre una vez más.
No quería admitirlo pero estaba completamente curioso por saber quién era Winter Parker, quería verla una vez más incluso si sólo era para divorciarse. Tenía curiosidad de saber que en ella lo había hecho perder la razón a tal punto de emborracharse completamente y terminar casándose con ella a pesar de haber sido una completa desconocida.
—Está decidido, mañana mismo tomaré un vuelo hacia México. Iré a buscar a mi esposa y terminaré con toda esta pesadilla de una vez por todas— soltó, arrojando el acta de matrimonio sobre su escritorio.
—Pero esta semana tiene mucho trabajo, señor —comentó Rosa, jugando nerviosamente con las revistas.
—No me interesa, encontrar una manera de arreglar todo. Simplemente cómprame un vuelo hacia México lo más pronto posible que estoy completamente harto de esta situación.
—¿Estás seguro?— preguntó Drake, frunciendo el ceño. —La última vez que fuiste a México no terminó nada bien. Me pregunto con qué regresarás esta vez, ¿Con un hijo?
—¡Regresaré soltero!— comentó Ethan completamente seguro.
1 AÑO DESPUES El viento golpeaba suavemente el rostro de Winter mientras observaba a sus dos hijos gatear de un lado a otro, riendo mientras ocasionalmente tomaban unos cuantos de sus juguetes y se los llevaban a la boca para mordisquearlos. —¿Ethan aún no llega?—preguntó Vania, caminando hacia Winter mientras jugueteaba con su anillo de matrimonio. Suspirando antes de voltear a verse el vientre. —¿Te sientes mejor?—preguntó Winter antes de mirarla fijamente— estuviste vomitando toda la mañana... el embarazo está siendo difícil, ¿Cierto?—susurró antes de voltear a ver a sus hijos. Asegurándose que se encontraran bien. —Tal vez deberías de embarazarte para estar iguales—soltó Vania con una sonrisa en el rostro. Viendo negar a Winter con rapidez mientras se levantaba del suelo con una pequeña mueca de dolor— ¿Otra vez te duele la espalda por culpa del gimnasio? —Esta vez no fue culpa del gimnasio— respondió Winter antes
Winter frunció el ceño con fuerza al ver a Vania entrar completamente molesta a la tienda. Por un momento decidió acercarse antes de detenerse en medio camino y suspirar con fuerza. Conocía a Vania y siempre que se molestaba terminaba por necesitar su espacio pero cuando la observó caminar hacia la caja de sombrillas que había en la esquina de la tienda se percató que estar juntas en ese lugar no esa ninguna coincidencia. —Vania— la llamó, acercándose con una gran sonrisa— ¿Drake te mandó por una sombrilla?—le preguntó antes de mirarla a los ojos. —Ese idiota me dijo que viniera a comprar una sombrilla ¡Sola!— soltó molesta antes de cruzarse de brazos — ¿Qué haces aquí? —Ethan me pidió que viniera por una sombrilla—respondió antes de reír— no te molestes, es claro que esos dos están tramando algo—susurró antes de estirar su mano hacia la caja de sombrillas— llevaré una roja—soltó antes de tomarla.— ¿De qué color quieres?—preguntó antes de voltear a verla y en
Winter soltó una gran sonrisa mientras caminaba por el lugar, llevaban dos días en México y lo había estado pasando de maravilla, simplemente se había dado cuenta qué amaba estar al lado de Ethan y su familia. Ese día se encontraban en un zoológico, visitando y turisteando por México. Ethan había estado cargando a la pequeña bebé durante toda la visita, se mantenía hablándole a su hija como si ella pudiera entender en totalidad lo que él estaba tratando de decirle. Mostrándole los animales mientras leía para ella las características de los animales mientras que Winter únicamente caminaba tras de él, observándolo en silencio mientras Vania caminaba a su lado, tomada de la mano de Drake. Para ella seguía siendo bastante extraña la manera en que la relación de ellos había nacido de un momento a otro pero incluso si había querido preguntarle a Vania sobre ello, no lo había hecho porque se había percatado que por primera vez veía a Vania siendo realmente feliz al lado de una persona. Dur
Winter se pasó ambas manos por el cabello, sintiéndose ligeramente mareada mientras caminaba hacia la cama de la habitación del hotel. Había pasado el peor vuelo de toda su vida, por primera vez la comida del avión le había caído mal y había estado vomitando durante todo el camino. La cabeza le dolía e incluso tenía ligeros escalofríos que la hacían sentir más indefensa de lo que ya se sentía. Ethan estaba preocupado, era la primera vez que la veía enferma por intoxicación de alimentos y simplemente no sabía que hacer. Había llegado a la conclusión que necesitaba llamar a un médico pero cuando se lo había propuesto en el avión ella no había querido.—¿Estas segura que no necesitas un doctor?—preguntó, dejando a Nancy en la cuna que les había proporcionado el hotel.— luces pálida linda y lo menos que quiero es que te enfermes durante todo el viaje.—Estoy completamente segura que se me pasará en unas cuantas horas. Solo necesito sacar ese alimento de mi cuerpo.—Ent
Winter se cruzó de brazos molesta cuando observo a Ethan hablar con un par de mujeres hermosas. No quería demostrar que estaba celosa pero estaba terriblemente celosa porque odiaba ver la manera en que aquellas mujeres le sonreían ampliamente mientras que el únicamente les regresaba la sonrisa.A su lado se encontraba Drake y Vania cuidando de Nancy mientras Ethan cuidaba de sus fans y ella se mantenía a punto de explotar. Normalmente no era celosa pero esas mujeres habían estado visitándolo cada rato dices que habían llegado al aeropuerto y Winter odiaba los aeropuertos además de odiar a las mujeres como esas. Detestaba ver como ellas no respetaban el anillo de matrimonio que Ethan tenía en su dedo porque ya habían pasado tres meses desde el nacimiento de Nancy y Ethan y ella habían intercambiado anillos.—Ethan—lo llamó.—Voy nena—soltó &ea
Ethan corrió rápidamente hacia ellos cuando la observó empujar a aquel hombre hacia el lago, haciendo que se preocupara con ella por la fuerza que había utilizado, le preocupaba que la fuerza hubiera ocasionado que su herida se abriera. Cuando se acercó observó que ella se encontraba bien así que simplemente suspiro antes de voltear a ver al lago—¿Que carajos acaba de suceder?—preguntó—¿Por qué lo tiraste el lago?—cuestionó— ¿acaso te dijo algo, quieres que lo golpe?—No, simplemente es un imbécil que pensó que yo iba a estar disponible para él cuando quisiera. Vino a proponerme que te abandonara, que dejara a mi hija atrás para poder fugarnos y tener una vida llena de amor como en los cuentos de hadas. El motivo por el cual decidió abandonar a Beaty fue porque se volvió loca y no tiene ni un solo dólar. Necesita dinero, está necesitado y es por eso que cree que yo soy su solución. No voy a negar que cuando salía con él, le daba dinero y lo ayudaba pero ahora no tengo n
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