(Ariel)El dolor, la angustia e incluso el miedo se evaporaron en ese momento. El sonido de la lluvia golpeando la chapa del coche y el viento silbando a nuestro alrededor desaparecieron. Respiré hondo, notando cómo mi mente se convertía en una gelatina, completamente indefinida.Algo que trajo el viento chocó contra el coche, y parpadeé, apartándome lentamente mientras Christian se enderezaba en el asiento del conductor. El silencio era casi doloroso, y una extraña tensión flotaba en el aire.— Creo que mejor buscamos un sitio seguro donde aparcar — dijo, y yo solo asentí, notando cómo el corazón se me aceleraba.Christian paró el coche bajo un aparcamiento cubierto y se giró hacia mí. La luz de la luna se reflejaba en su piel mojada, y yo intentaba ponerle la tirita, pero me temblaba un poco la mano.— ¿Qué hacías tú sola en esa calle? — preguntó, con la curiosidad clara en la voz, pero aún con ese tono de reproche.— Iba a casa, pero la avenida estaba cortada. El conductor del Uber

ChristianLlegué a la empresa con una leve jaqueca. Mientras caminaba por el pasillo, perdido en mis pensamientos sobre quién no debía, de repente oí a alguien mencionar el nombre de Ariel. Intrigado, me giré hacia el sonido y vi a un joven empleado de la limpieza hablando animadamente con alguien por teléfono.— ¿En serio? Ariel, no me digas eso, por la forma en que te lesionaste, fue grave.Durante un momento observé al chico, que parecía muy cercano a Ariel.Sentí una leve incomodidad al ver la proximidad de este empleado con Ariel, y él parecía mucho más joven que ella, pero rápidamente sacudí la cabeza para apartar los pensamientos negativos. Sin embargo, la sensación persistió y me alejé, perturbado.Al llegar a mi oficina, incapaz de ignorar la inquietud que sentía, decidí investigar más sobre el joven empleado. Accedí a los registros de personal y localicé el perfil de Benjamín, descubriendo que es un estudiante universitario de derecho que trabaja como auxiliar de limpeza dur

02-08ArielMe desperté llena de ilusión, sabiendo que hoy por fin volvería a mi rutina. Nunca me ha gustado estar sin hacer nada y estas dos semanas se me han hecho eternas.—Buenos días, Jess —dije, besando la mejilla de mi amiga y sentándome a la mesa para desayunar juntas.—Buenos días, Ariel. ¿Dormiste bien? —Asentí con la cabeza mientras llenaba mi taza de café. — Yo te acerco al hospital y luego me voy a la empresa, ¿vale?—Claro. Pero si es mucho rollo, puedo ir al hospital en metro. —Mi amiga puso mala cara y negó con la cabeza.Suspiré, sabiendo que Jéssica era tan cabezota como yo, y terminé mi desayuno. Recogí mis cosas y nos fuimos al hospital.Esperé a que llegara el doctor y cuando me llamaron, fui a su consulta. Al llegar, veo al Dr. Gael sentado en su sillón. Él alza sus ojos verdes y me reconoce, esbozando una sonrisa cálida a continuación.—Buenos días, Ariel. ¿Cómo se encuentra hoy?—Buenos días, doctor. Me encuentro bien, con ganas de saber si por fin podré volver

 Jueves 05-08Me dejé caer en el sofá, notando cómo mi cuerpo protestaba por el esfuerzo del día. Un suspiro cansado escapó de mis labios, pero pronto se formó una sonrisa cuando Teddy saltó a mi regazo.Lo levanté en brazos y besé su pelaje suave y que olía bien.— Cariño, mamá está tan cansada. Pero voy a superar esta prueba y por fin podré ser quien soy.Teddy ladró emocionado e intentó lamer mi cara, pero lo aparté acariciando sus orejas. Conseguí relajarme un poco, me incliné para cerrar

07-08El sábado por la mañana, me preparé para ir al aeropuerto a buscar a mi hermano, Max, que llegaba con su novia. Estaba ilusionada porque por fin iba a verle, pero también un poco nerviosa por conocer a su novia, ya que no tuve una buena sensación cuando hablamos.Llegando al aeropuerto, me dirigí ansiosamente a la zona de llegadas. Esperé unos minutos y por fin vi a mi hermano, que sonreía abiertamente al verme también.Me levanté, saltando a los brazos de Max, que me envolvió con cariño. En cuanto me puso en el suelo, noté a su novia, Kaline, y me dirigí hacia ellos para saludarles, pero mi sonrisa se desvaneció cuando la mujer extendió la mano con una expresión forzada de simpatía.