56. Nuevos descubrimientos
LeonardoNo veía la hora de quedarme a solas con Amber. Desde el momento en que cruzó la puerta de la suite, algo dentro de mí despertó. Era como si el tiempo hubiera retrocedido, como si finalmente hubiera regresado a mí. Ese tono de rojo que tanto me fascinó desde el primer día, esa forma de caminar que demostraba su fuerza, incluso cuando estaba vulnerable.Los gemelos comenzaron a mostrar señales de sueño durante la cena, y no dudé en iniciar nuestra rutina nocturna. Era extraño cómo aquello parecía tan natural ahora: yo, ayudando a acostar a los niños, dando instrucciones precisas a las niñeras sobre la noche."Buenas noches, principessa," besé la frente de Bella, acomodando su cobertor. Sonrió somnolienta, sus ojos ya casi cerrándose."Buenas noches, piccolo," repetí el gesto con Louis, que luchaba valientemente contra el sueño."Buenas noches, tío Léo," sus voces somnolientas se mezclaron, haciéndome sonreír.Las niñeras del turno nocturno asumieron sus puestos con eficiencia p
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