—Sí, mamá —dije en voz baja, con la voz temblorosa.Los ojos de Claire recorrieron la habitación, con una expresión impasible.—Aquí estás —dijo sonriendo, aunque su tono no era amable—. Te he estado buscando.Tragué saliva, intentando calmar la respiración. —¿Para qué?—Necesitaba preguntarte algo —dijo dulcemente. Luego, su mirada recorrió la habitación, observando la cama sin hacer, el vaso sobre el escritorio de Ace, la poca distancia que nos separaba. Su sonrisa se desvaneció, reemplazada por una inclinación de cabeza cómplice. —Pero antes de eso... ¿qué hacías aquí exactamente?Me quedé paralizada. Ace tampoco se movió.—Mamá, no es... —empecé a decir, pero ella arqueó una ceja, no hacia mí, sino hacia Ace.—¿Y bien? —preguntó, cambiando de tono—. ¿Qué hacían ustedes dos, Ace? O mejor dicho… ¿qué hacía el querido hijastro a solas con la esposa de su padre?Ace apretó la mandíbula. La miró fijamente sin pestañear. —No creo que sea asunto tuyo.La expresión de Claire no cambió, au
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