—El vestido de novia de mi abuela…se lo han llevado. — Arianna murmuró sintiendo que todo le daba vueltas.Aquella prenda de su abuela, su única herencia, le había sido robada, y ni siquiera necesitaba adivinar quien podría haber sido, Mariana no se detenía ante nada ni ante nadie cuando deseaba algo…ni siquiera era capaz de respetar la memoria y última voluntad de la abuela de ambas.Leonardo negó en silencio mientras leía aquella nota que contenía mil improperios y acusaciones de egoísmo hacia Arianna de parte de Maximiliano Urriaga en donde justificaba su cruel acción. Guardándola en su bolsillo, decidió no mostrarla a Arianna; no tenía caso que ella leyera aquellas ofensas cuando estaba tan afectada, además, tampoco era necesario que lo hiciera; ella parecía saber perfectamente bien quien había cometido semejante crueldad.Mirandola derrumbada sobre el piso y sollozando ante aquella vieja caja vacía, apretó los puños, ¿Cómo era posible que Renato estuviese prestándose a semejante

—Las ventas han bajado; el nuevo auto presentado por la empresa Majestic ha causado una gran conmoción y ha capturado la atención de potenciales clientes, si no desarrollamos una estrategia adecuada para el lanzamiento del nuevo modelo en conjunto con Urriaga Companys, entonces tendremos problemas realmente serios, la inversión que se ha hecho es grande, y debemos de ver ganancias de al menos el triple de lo que se ha invertido para decir que el proyecto fue un éxito, sin embargo el panorama luce complicado con la competencia ganando tanto terreno en tan poco tiempo. — decía uno de los inversores mostrando un esquema con estadísticas.Renato observaba y escuchaba en silencio; las cosas no pintaban demasiado bien, esa compañía que había aparecido hacia algunos años atrás, había ganado un grande terreno en el negocio automotriz en relativamente muy poco tiempo. Del dueño de Majestic no se sabía nada en realidad; tan solo se decía que era un hombre excéntrico que gustaba de los autos dep

—Este lugar es realmente increíble. —Aquella noche en el restaurante chino, Arianna apreciaba los detalles asiáticos que tenía aquel restaurante al que Leonardo Prego la había invitado para cenar.—Y espera a probar el pollo agridulce, te aseguro que es una verdadera delicia al paladar. — aseguró Leonardo.Arianna sonrió, y mirando al hombre que tenía delante se sintió reconfortada; Leonardo comenzaba a ganarse su gratitud y confianza, más sin embargo no podía ni quería mirarlo como nada más que un buen amigo que había regresado a su vida después de mucho tiempo.—Bueno, ¿Entonces que estamos esperando?, probemos ese pollo. — respondió Arianna.Leonardo observó con atención a la hermosa mujer de cabellos castaños. Por supuesto, Arianna no lo vería como nada más que un viejo amigo, no era ningún tonto; ella estaba muy herida por la traición que le había hecho su hermano gemelo, y aun cuando ellos no eran iguales…si tenían el mismo rostro, y para Arianna eso debía de resultar doloroso.

En el silencio de aquella noche, una lluvia ligera comenzaba a caer sobre la ciudad, y Arianna observaba el camino a través de aquel vidrio en la ventana del lujoso vehículo en donde estaba viajando de regreso a su humilde hogar.Sus ojos aún se notaban cristalizados por lágrimas no derramadas, y los recuerdos de aquella tarde tan terrible en el hospital, seguían llegando a ella sin piedad alguna. Las luces en las farolas se deformaban por la velocidad del vehículo en movimiento, dibujado formas difusas y extrañas que lograban distraerla de sus atormentados pensamientos.Leonardo conducía en silencio, esperando a que ella lograra calmar la tormenta de emociones que repentinamente la había golpeado; sabía que en situaciones así, era mejor no decir nada y tan solo acompañar.Llegando al solitario departamento de aquella hermosa mujer, Leonardo la ayudó a bajar de su vehículo, y caminó junto a ella. Sin embargo, en ese momento, Arianna repentinamente se abrazó a su pecho con una fuerza t

Aquella noche, una tormenta caía poderosa, la boda de Mariana y Renato había tenido que posponerse por el mal clima, y Arianna reía al imaginar el tremendo berrinche que aquella ingrata debía de haber protagonizado. En ese momento hablaba con su abogado. Todo el poco dinero que tenía, iba a invertirlo en aquel proyecto personal que llevaba años postergando mientras aprendía a ser la mejor en su rama médica; estaba segura de que aquel proyecto resultaría y le daría la satisfacción de un enorme triunfo que disfrutaría restregando en la cara de su cruel hermana. Estaba decidida a todo, y tambien, estaba segura de que tendría tanto éxito, que no necesitaría a su padre y hermana nunca más.Al mismo tiempo al otro lado de la ciudad, Leonardo Prego estaba en aquella tan importante llamada.—Señor Urriaga, le aseguro que Arianna estará muy bien en mis manos, si me concede la mano de su hija menor, el estatus de su familia se incrementará, pues aun cuando soy la oveja negra de mi familia, sigo