Camila No podía pasarme de nuevo me había dormido en el departamento de Mijail, sabía que esta vez no podía zafar de Greta, seguramente ya se dio cuenta, al bajar lo primero que hice fue tomar un taxi y en el camino pensé que excusas daría.Llegué por fin, pagué mi viaje y al bajar salí corriendo entrando por la puerta trasera pero en la puerta de la cocina choque con Greta quien al parecer estaba esperándome.—¡Estás en problemas! —Me dijo tomándome del brazo fuerte y llevándome hacia dentro.—Me dormí ¡No volverá a pasar! ¡Por favor! —Le supliqué delante de mis demás compañeros quienes se paraban a mirar la escena.—No me importan tus excusas, en la tarde hablaré con la señora Ekaterina, ahora ve a cambiarte, lavarás los baños de los empleados —Me dijo y salió de la cocina hacia la sala, lugar donde estaba la mayoría del día.Una semana después —¿Me vas a decir que está pasando? —Me pregunta Paula por milésima vez.—Ya te dije que nada —No quería hablar con ella sobre lo que pasó

Camila Durante la noche me costó conciliar el sueño, estaba en un lugar donde supuestamente nada me pasaría, el señor Vadim Popov volvió a mí habitación para informarme que esta semana me llevaría a Rusia, que mi vida cambiaría, pero aún no entendía qué pasaba.Al levantarme me di un baño y me cambié por ropa nueva que me habían entregado, me puse un pantalón negro y una camiseta color mostaza, en mis pies me puse unas ballerinas color negra.Al salir del baño me senté en la cama a esperar que las manecillas del reloj marquen las ocho de la mañana, el tic tac del reloj me estaba desesperando, tenía muchas dudas en mi cabeza, sobre todo saber porque Mijail me delató así, no entendía cómo decia amarme y luego odiarme por mi condición de empleada doméstica.Todo el trabajo y esfuerzo que hice estos meses trabajando en el cabaret y la mansión fueron en vano, me rebaje a trabajar con mi cuerpo, entregándome por necesidad, me propuse no enamorarme pero falle cayendo en sus brazos para que

Mijaíl —Realmente veo innecesario esto —Le dije a Diana mientras prendía los botones de mi esmoquin.—Es el lugar perfecto para que te disperses un poco, seguramente estarán tus padres, allí podemos hablar con él si quieres.—Veo difícil que en una fiesta pueda convencer a mí padre de sacar a Svetlana de allí.—No vas a hacerlo tú, seré yo —Dijo Diana desde el tocador dónde retocaba su maquillaje.—¿Cómo vas a convencer al señor Vladimir?—Tengo algo que tu no.—¿Así? Te escucho.—Soy mujer y nadie se resiste a mis encantos, mucho menos mi futuro suegro.—Eso lo veremos ¡Futura esposa! —Le dije al salir de la habitación.Cerca de las 21:30 pm salimos rumbo al hotel donde se llevaría a cabo la fiesta del matrimonio Popov. Al llegar entregue las llaves del coche al valet parking para que lo llevará al estacionamiento, Diana se prendo de mi brazo e ingresamos al salón, todos y cada uno de los invitados traía puesto su antifaz, el mío era de color negro de satén, simple.Al entrar nos en

Camila—Puedes mentir todo lo que quieras, pero siento todo lo contrario ¡Tu corazón late por mí! Cómo lo hace el mío por ti ¡Te amo Camila! Y nunca dejé de hacerlo, ahora que te encontré no voy a dejarte ir nunca y si tengo que matar a Popov, lo voy a hacer.—Realmente te crees tan importante como para venir a decirme que siento por ti —No sabía si reírme o llorar, él cree que voy a creer ahora sus mentiras.—No podemos negar esto que ambos sentimos ¡Perdóname! Me arrodillo ante ti de ser necesario —Intenta arrodillarse y lo detengo antes de que haga una burrada.—Puedes ir y tirarte del balcón y matarte si crees que así voy a creerte —Me solté de su agarre bruscamente y ante su atenta mirada saque mi arma dorada que Vadim me obsequió.—¿Qué vas a hacer? Vas a matarme —Levanté mi arma apuntándole en la cabeza.—No mereces ninguna de estas balas, no soy igual que ustedes, escúchame muy bien, ahora que soy una Popov vienes a decirme que me amas y antes cuando era una simple sirvienta m

Mijaíl —Señor Ivanov ¡Lo buscan! —Me informa una de las empleadas.—¿Quién? —Pregunte.—Yo —dijo aquella mujer vestida de negro con gafas oscuras.—¿Qué haces aquí? —Preguntó con sorpresa Boris.—Vine a ver al señor Ivanov, no a ti —Dijo entrando en mi oficina, tomando asiento sin ser invitada.—¿La conozco? —Pregunte a aquella mujer que tenía cara conocida, pero no sabía de dónde.—Así es señor Ivanov soy Reina Wembley, escolta de la señora Popov —Estiró su mano saludándome.—Escolta de Camila Bianchi, querrás decir —Le corrijo y ella solo sonríe.—Mi señora es viuda del señor Vadim, por lo tanto, ahora es una Popov.—Al grano Reina, ¿Para qué vienes? —Le pregunta Boris, quien toma asiento al lado de ella en el otro sillón.—Cuánto atrevimiento de su parte señor Volkov, nadie le dio permiso para tutearme, y como dije antes vine a hablar con el señor Ivanov —le respondió ella.—Señora Wembley, puede hablar delante de Boris, él es mi mano derecha ¡La escucho!—¡Esta bien! Mi señor Vad