Durante dos semanas ella llegaba y cumplía como debía para cuidar del trabajo, asistía a clases, al gym, guardería y feliz de que esta por entrar una capacitación de finanzas. El aula era pequeña pero bien iluminada, con un proyector encendido que mostraba gráficas y números en la pared blanca. Korina estaba sentada en una de las filas delanteras, su cuaderno abierto y un bolígrafo en mano. A su alrededor había otros adultos: Madres, jóvenes emprendedores y algunos trabajadores del casino que buscaban mejorar sus finanzas. El capacitador, un hombre de mediana edad con gafas, hablaba con energía: — El dinero no se trata solo de cuánto ganamos, sino de cómo lo administramos. Un buen presupuesto es como un mapa que evita que nos perdamos en el camino — Korina lo escuchaba con atención. Subrayaba cada concepto, y en su rostro se notaba una mezcla de ansiedad y esperanza. Pensaba en la casa de su madre, en los gastos de Lían, en sus estudios y en esa necesidad de no depender más de nadi
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