Su cara se parecía mucho a la de Isabel.Gabriel dejó escapar un suspiro entrecortado, su pecho agobiado por el dolor.—¡Mateo!Mateo le contestó, tranquilo:—Mamá y Alejandro ya se casaron adentro. Papá, vete, ya no puedes seguir.Al escucharlo, Gabriel sintió un nudo en el pecho. Golpeó el cristal con fuerza, una y otra vez.—¡No! ¡Eso no puede ser! ¡Isabel me ama! ¡Mateo, por favor, abre la puerta! ¡Quiero verla, quiero verla!Pero Mateo negó con la cabeza, sin dudar.—Papá, aquí no puedes entrar. Lo único que pude hacer fue abrirte la puerta. No pensé que, después de siete años, seguirías buscando a mamá.Mateo, preocupado de que Gabriel no le creyera, sacó su iPad.En la pantalla apareció Isabel, abrazada por Alejandro, sonriendo con una felicidad desbordante.Ella bajaba la cabeza, mientras Alejandro la besaba suavemente.Al ver esa imagen, Gabriel sintió que el corazón se le encogía.Una tos seca lo sacudió, y la sangre brotó de su boca, tiñendo el aire de rojo.La mujer que más
Leer más