Kevin recordaba sus propias palabras.“Nunca te rindas antes de haberlo dado todo. Enfrenta el miedo que llevas dentro. Lucha por tus sueños. Incluso si fracasas después de haber hecho tu mejor esfuerzo, no te arrepentirás. Al contrario, ese fracaso te empujará a levantarte otra vez. ¡Así que vamos, lucha contra ese miedo interior!”—¡Mírenme! —había dicho orgulloso a su equipo una vez—. ¿Creen que nunca he fallado? He cometido errores, he sacado conclusiones equivocadas... pero lo que me diferencia es que nunca me rindo ni dejo que mis fracasos me derroten.“Maldita sea, soné tan genial cuando dije eso…” murmuró ahora, con una mueca.Esas eran las mismas palabras que solía decirles a sus subordinados cada vez que querían renunciar. Y ahora, esas mismas frases le golpeaban directo en la cara.Con el ánimo de Jenny, Kevin finalmente decidió regresar a casa. Estaba listo para enfrentar a sus padres, sin importar lo que le esperara.Los enfrentaría de frente.Todo parecía sacado de un dr

Jardín frente a la casa principalEl sol seguía tibio. Damian llevaba a la pequeña Davina en brazos; la niña reía feliz mientras su padre le daba un golpecito juguetón en el trasero. Habían salido a hacer un poco de ejercicio matutino, paseando juntos por el jardín.El mayordomo Matt, la doncella y la niñera de Davina los seguían a una distancia respetuosa. Por las sonrisas en sus rostros, era evidente que no disfrutaban solo del aire fresco ni de las flores en flor, sino de la hermosa escena que tenían frente a ellos: la armonía de aquella pequeña familia era la vista más encantadora de la mañana.Davina acababa de aprender a caminar más rápido, aunque lo que realmente le gustaba era correr. Sus pasos aún eran torpes, lo que ponía nerviosa a su niñera cada vez que salía disparada. A menudo tropezaba y caía, pero siendo la niña vivaracha que era, se negaba a dejar de correr una vez que le tomaba el gusto.Avanzaban por el sendero de piedra, rodeados de flores coloridas.—El aire se si

Sede del Grupo AlexanderEl asistente Brown salió del ascensor, seguido de cerca por Damian.Acababan de regresar de visitar una de las empresas subsidiarias para revisar el lanzamiento de un nuevo producto. La respuesta del mercado había sido abrumadoramente positiva: las ventas del primer día ya habían superado las proyecciones.Era un colchón de espuma producido en masa, asequible pero fabricado con materiales de alta calidad, diseñado especialmente para hogares de clase media y baja.Esta línea de productos anual, que se fabricaba solo una vez al año, formaba parte del esfuerzo del Grupo Alexander por retribuir a la sociedad.Damian parecía realmente satisfecho con lo que había visto ese día; incluso en el coche, de regreso a la sede, seguía hablando con entusiasmo sobre los detalles.Dentro del ascensor, todavía elogiaba la idea de crear un producto que pudiera beneficiar a la comunidad trabajadora.Mientras caminaban hacia su oficina, el ceño de Damian se frunció ligeramente: re

Las hojas frente a la casa principal brillaban bajo el intenso sol del mediodía. El aire estaba caliente—demasiado caliente—por lo que Davina había vuelto adentro después de jugar un rato en el jardín con su niñera y las criadas.Ahora, la pequeña estaba en su habitación.—Davina, cariño, mamá te trajo unos bocaditos —dijo Livia mientras entraba en el cuarto de su hija, pero fue recibida por un silencio absoluto. Miró a su alrededor, confundida. No había rastro de su pequeña princesa, solo la niñera de pie junto a la cama.—¿Eh? ¿Dónde está Davina? Le traje sus rodajas de fruta favoritas. Si no sale pronto, mamá va a tener que comérselas todas. Davinaaa~La niñera juntó las manos contra el pecho, negando con la cabeza una y otra vez mientras evitaba la mirada inquisitiva de Livia. No podía responder; le había prometido a Davina no delatar su escondite. Así que solo juntó las manos en gesto de disculpa.Livia soltó una risita y meneó un dedo con una sonrisa traviesa.—Ah, ¿así que las

Una nueva pareja estaba a punto de unirse a la gran familia Alexander—esta vez, un amor completamente distinto al anterior.Era un día brillante y soleado en la residencia principal.El bullicio matutino había comenzado incluso antes de que la primera luz rompiera del todo la neblina. El aire aún conservaba rastros de rocío sin evaporar. Normalmente, los fines de semana en esa casa empezaban un poco más tarde, pero hoy era diferente. Los sirvientes iban y venían con prisa, preparando todo para los señores de la casa.Hoy era el día de la boda.A las ocho en punto, tres chicas hermosas—tres flores, cada una con su propio encanto y estilo—salieron juntas de la habitación de Jenny. Todas estaban impecablemente vestidas y maquilladas, su belleza iluminando el pasillo a cada paso.Jenny tenía la gracia madura de una mujer joven; su largo cabello caía ordenado sobre los hombros, con un broche plateado en forma de flor sujetando un pequeño mechón trenzado detrás de la oreja. El rostro de Sop