C57- BODA EN LAS ALTAS TIERRAS DE ESCOCIA. Un mes después, todo estaba dispuesto: listas de invitados, telas bordadas, anillos esperando en sus cofres de madera, y la última cinta de brezo atada a los ramos. La boda de Draxel y Sofía se celebró en las Altas Tierras de Escocia. La noche se posaba sobre el acantilado como un manto azul profundo iluminado por una luna llena grande y brillante. El castillo de piedra gris de Draxel, frente al mar del Norte, estaba preparado para la boda, las antorchas crepitaban proyectando sombras en los muros, y las gaitas sonaban con una tristeza hermosa que se mezclaba con el ruido de las olas rompiendo lejos, abajo. El patio interior ahora estaba adornado con flores blancas y azules que llenaban el aire con un aroma suave, mientras los invitados guardaban silencio, observando el arco de flores en el que Draxel esperaba.El alfa vestía el kilt tradicional y una chaqueta negra ajustada. Sus hombros tensos demostraban nervios, pero su mirada ardía de

C59- SOFÍA ESCÚCHAME.UN MES DESPUÉSLa mañana amanecía tranquila en el castillo. Y en la cama grande cubierta de sábanas de satén, Sofía despertaba lentamente entre los brazos de Draxel.Él estaba detrás de ella, abrazándola por la cintura, con una mano grande y cálida descansando sobre su vientre redondo, él acariciaba la piel desnuda con movimientos lentos, casi hipnotizados.—Nuestro lobezno está creciendo muy rápido —murmuró con una sonrisa orgullosa.Justo entonces, una patada fuerte golpeó contra su palma y Draxel se quedó quieto un segundo… y luego rió sorprendido y encantado.—Diosa… ¿sentiste eso? Tiene la fuerza de un alfa desde la panza —dijo, sin poder contener la emoción.Sofía rió también, y la risa se mezcló con un suspiro de ternura.Había paz. Había calma. Había amor sin miedo. La manada los veía como una pareja invencible, porque todo lo que habían peleado estaba por fin detrás de ellos.Draxel se incorporó un poco para mirar su rostro y él tenía esa expresión qu

C61-¿TRABAJAS PARA ESE CIENTÍFICO LOCO?La sala de guerra del castillo estaba llena en menos de cinco minutos, todos esperaban órdenes.—Cazadores —anunció Sofía sin titubear—. Tienen a mi padre y a Rowan. Y esto no es negociable: vamos por ellos.Hubo un silencio breve, hasta que uno habló, Dionar, un guerrero de alta estatura y sin una mano, dio un paso adelante.—Luna… sin el Alfa… ¿es prudente? Podríamos cometer un error, tal vez deberíamos esperar.El ambiente se tensó y otro guerrero agregó.—Si nos lanzamos sin él, pondremos en riesgo a la manada entera.Sofía respiró hondo y avanzó un paso.—Mi padre y mi hermano son importantes y no voy a quedarme sentada a esperar a que los maten para sentirme "prudente".Dionar intentó sostenerle la mirada, pero falló.—La Luna no es sombra del Alfa —continuó ella—. Soy la Luna, y eso significa que protejo a mi manada incluso cuando él no está. Diana que se había hecho su amiga, salió de entre los miembros.—Estoy contigo, Sofía.Eso abrió

C63-PLANDespués de que todas las mujeres fueron trasladadas a la casa de seguridad de Draxel, y parte de la manada quedó resguardada bajo vigilancia, la mansión se convirtió en un centro estratégico.Silmur, uno de los pocos lobos que había cruzado con Tobias desde su reino, movía los dedos sobre el teclado, sus ojos cargados de un rencor silencioso. Cada línea de código era un golpe seco contra el enemigo, un recordatorio de que no volvería a ver a su gente hasta que Whitmore muriera.—Comunicación interceptada —informó cuando la pantalla dio la información—. Almacén siete, están ahí.Tobias giró como si una cadena se hubiese roto dentro de él.—Lo sabía —murmuró.Dentro de él había una furia pura tosca e irracional, Cassian y Rowan no eran su sangre, pero eran sus hermanos de especie. Draxel, no menos calmado, fijó la atención en las pantallas.—Los sacaremos —señaló el mapa—, pero el primer objetivo es evitar humanos. Nadie debe vernos, nadie debe sospechar que existimos.Silmur l

C65-VE Y ACABA CON ELLOS.Vega dio un paso hacia el panel de control, pero nunca lo alcanzó.El silencio tenso dentro del almacén se rompió con una detonación sorda que sacudió los cimientos. La explosión de la furgoneta de Aslan, calculada para ser espectacular pero no letal, hizo temblar las luces del laboratorio. Leonel y Vega intercambiaron una mirada de alerta, pero no de pánico, porque para ellos esto era un contratiempo, no un desastre.Vega se acercó a un panel de control y dictó la orden.—¡Refuerzos en la entrada principal!Y Leonel, detrás de ella, habló con voz suave e íntima.—Tendrás que encargarte tú cariño… ve y acaba con ellos.Ella lo miró con placer evidente y bebió la orden como vino.—Con gusto.Se movió con precisión militar, abrió un locker seguro, tomó un lanzallamas compacto y lo cargó, mientras que con la otra mano guardó dos granadas de fragmentación con púas de plata.—Los lobos siempre creen que la fuerza basta —murmuró con desprecio—. Voy a demostrarles q