El Alfa Raymond bufó, con un sonido seco y bajo que llenó la habitación. —No tiene que ver con que la m@ldita diosa me la haya dado. ¿Qué ha hecho esa diosa bueno por mí o mi manada? —dijo ese macho, con voz cargada de amargura—. ¿Qué ha hecho por Fuerza Aguerrida? ¿Qué hizo por mi padre cuando murió? Odio a los lobos lunares, odio sus propósitos, y odio cómo infligen daño en otros… Al punto de caer en la corrupción y dárselas de santos. Malahia lo miraba con los ojos llenos de lágrimas y fuego, el corazón de la hembra golpeaba con fuerza contra su pecho como si quisiera escaparse de su cuerpo. —¿Y cómo puedo confiar en ti? —susurró ella, con la voz temblorosa—. ¿Cómo puedo confiar en que no sentirás apego por ella si te dejas marcar? Raymond se apartó un poco, dejando espacio, pero su presencia llenaba toda la habitación. Su mirada se perdió un segundo en el suelo antes de volver con dureza. —No puedo prometerlo —dijo ese macho, con un hilo de voz profundo—. Está preñada… y

>>> Ayseli: —¿Quieres que trate de sacar el veneno para borrar las marcas? —le pregunté, temblando, con el corazón latiendo rápido. —No —dijo él—. Es parte de mi experimento. No entendí a qué se refería ni de qué experimento hablaba… Yo… ni siquiera conocía bien a mi mate… ¿Qué hacía en su tiempo libre? ¿Qué cosas sabía? ¿Cómo entrenaba? ¿Qué tan fuerte era? ¿No tenía más familia aparte de su hija Omega? Él se acercó en un par de pasos y me susurró, casi al oído: —Márcame de una m@ldita vez. ¡ME QUEDÉ HELADA! Ese Alfa se sentó en el césped, rodeado de flores blancas y azules. Apartó los mechones de su cabello y dejó la nuca expuesta. La brisa acariciaba mi rostro y mi corazón latía tan fuerte que dolía. ¡Es cierto! ¡A esto vinimos! ¡Quería un escenario diferente y él me lo concedió! Este lugar es hermoso… Todo en él, y lo relajante que se siente estar aquí… Me arrodillé detrás de él. Mis manos temblaban cuando las posé sobre sus hombros anchos y firmes. Miré la luna,

>>> Ayseli: —¿Matarme? —rugió ese enorme lobo padre de Raymond, su pelaje era oscuro y sus ojos verdes brillaban con una furia enorme. —Alfa Roland… —pronunció el lobo lunar—. ¿Sabes por qué gozamos de épocas prósperas de paz?, porque existimos nosotros, los lobos lunares. Y eliminamos a machos y hembras como ustedes… Llenos de ambición corrupta. "Así que… Se llama Roland" Ese rápido pensamiento cruzó por mi cabeza. —Pff~ ¿Ambición? —bufó Roland. Parecía retarlo. Noté las manitas de Raymond temblando, de pronto… ¡Él comenzó a avanzar!, sus pasos eran torpes y sentía las náuseas que él sentía, las lágrimas caliente que caían por su pálida carita. Sus sensaciones, eran como si fuesen mías. Mi nuca ardía… Quizá era la marca en mí, quizá era parte del propósito de la diosa que lo sienta propio. —¡HICE LO QUE TUS SUPERIORES QUISIERON! —rugió Roland con furia. Casi al instante, volvió a ver hacía atrás, donde estaba Raymond—. ¡Quédate ahí! ¡No te acerques, te dije! —regañó a

>>> Ayseli: La sangre se deslizó en un pequeño hilo rojizo por las comisuras de los labios de ese hombre-lobo lunar… ¡Lo tragó! ¡Se tragó la sangre de Raymond! ¿Se quería quitar la vida? ¿O era su propósito morir por manos de Raymond? ¡No entendía qué pasaba, solo sé que…! POF~ Un sonido se escuchó cuando el cuerpo de ese lobo lunar cayó fríamente sobre la tierra, cayó inconsciente de golpe, con los ojos cerrados… Su respiración se volvía más débil, su cuerpo más pálido, y… Un brillo apareció. Un brillo blanco lo comenzó a rodear como un leve fuego. Nunca en mi vida había presenciado la muerte de un lobo lunar que cumplía su propósito sagrado… ¿Era el mismo final que me esperaba a mí? El cuerpo de ese macho… ¡Comenzó a brillar con una luz más intensa, más cálida y… Cegadora! No pude ver… Porque Raymond cerró los ojos con fuerza, quizá por el fuerte brillo lastimando su vista. Y cuando los abrió… Solo quedaban pequeños rastros como escarcha que se des

>>> Ayseli: Mi respiración agitada hacia que mi pecho subiera y bajara… Me encontraba expuesta, desnuda a excepción de esa m@ldita diminuta tanga púrpura, vulnerable ante la vista de ese Alfa que estaba de rodillas en el césped frente a mí. Estaba acostada, sintiendo el aroma de la naturaleza que nos rodeaba mezclarse con la de ese hombre lobo, yo era bañada por la luz de la luna. Sintiendo un escalofríos en todo mi cuerpo, que me hizo buscar cerrar mis piernas y abrazarme a mí misma. No era como si ese macho no me hubiera visto varias veces desnuda… Pero esa mirada, esa que tenía en ese momento, era tan penetrante, tan afilada, tan felina y depredadora… No se la había visto jamás y lo peor de todo… Sentía que a mi lado lobuna le fascinó. De pronto… Todo se volvió más oscuro, cuando su enorme y musculoso cuerpo me encimó, quedando inclinado sobre mí. La luz de la luna quedó sobre él, causando un contorno claro en la espalda de ese macho… Pero yo observaba ese lado oscuro fr