Capítulo 141 —La ReinaNarrador:Aylin le acarició la mejilla aún húmeda de lágrimas y, con una media sonrisa, la miró con complicidad.—Ahora dime, Sofí… ¿qué pasa entre el italiano y tú?Sofía bajó la vista apenas un segundo, como si aún le diera pudor confesarlo, y luego la levantó con firmeza.—Estoy enamorada, mamá. Toda la vida lo estuve.Aylin sonrió con dulzura, apretándole la mano.—No hace falta que me lo digas, mi amor. Ya lo sé. Lo supe desde que volvió a cruzarse en tu vida. Pero dime… ¿y él? Quiero saber, ¿él?Sofía respiró hondo y dejó escapar la verdad que llevaba ardiendo en su pecho.—Él, al principio, se enamoró de Vanya. Cuando me dispararon, descubrió que era Sofía… fue un shock tremendo, mamá. Lo descolocó, lo partió en dos. Pero ahora ya lo acepta. Ahora me ve como Sofía. Y sí… me dijo que me amaba. Y sí, se está divorciando de su esposa. —Los ojos de Aylin se agrandaron un poco. —Me acompañó hasta aquí, me consoló luego de lo que te hice y me incentivó a que vi

Capítulo 143 —EspañolNarrador:El almuerzo terminó. Los platos fueron retirados y el silencio se instaló unos segundos, hasta que Renzo se levantó de su asiento.—Roman—dijo con voz firme, mirándolo de frente —muchas gracias por tu hospitalidad. Agradezco de verdad el haberme permitido compartir esta mesa. Y también, gracias por hacerme sentir bien recibido.Román lo observó con esa mezcla de dureza y control que lo caracterizaba, apenas asintió y replicó:—No lo tomes como cortesía personal, Santini. Fue por Sofía. Pero ya que viniste, recuerda lo que hablamos en el despacho. Pon manos a la obra con lo que te dije del Sastre.Renzo apretó ligeramente la mandíbula, inclinó la cabeza y respondió:—Por supuesto. Ni bien salga de aquí me pongo con eso.Después se giró hacia Ailín. Extendió la mano, pero ella sonrió y, en vez de estrechársela, lo acercó hacia sí con naturalidad, depositando un beso en cada mejilla.—Aylin, muchísimas gracias también a ti —dijo —Me ha encantado conocerte u

Capítulo 145 —La fotoNarrador:Sofía estacionó frente al club y bajaron del coche. El edificio estaba cercado por tablones y andamios, polvo en el aire y el eco metálico de herramientas golpeando al fondo.—Quiero ver cómo van las reformas —dijo, mirando de reojo a Sofía mientras se acomodaba la chaqueta —Esto quedó hecho trizas, pero lo voy a levantar.—¿Y las chicas? —preguntó ella, con el ceño apenas fruncido.—Las tengo en un hotel —respondió él con calma —Quien quiere trabajar, trabaja; quien no, no. Tú sabes perfectamente que nunca fui su proxeneta. No las voy a dejar desamparadas, pero tampoco las voy a forzar.Sofía lo observó un segundo en silencio, y asintió con un gesto apenas perceptible.Al entrar, los recibió Gaby. La mujer dejó caer lo que tenía en las manos y prácticamente salió corriendo hacia Sofía.—¡Jefa! —exclamó, abrazándola con fuerza —Qué suerte la nuestra. Es un honor tenerte aquí y más aún que hayas vuelto a las líneas de Santini.Sofía sonrió, incómoda, sepa

Capítulo147 —Veinticuatro horasNarrador:Sofía lo miró con sorna, cruzándose de brazos.—Así que tu mujer y tu mano derecha…Renzo giró la cabeza y la cortó en seco, con un tono firme que no admitía réplica.—Isabella es mi esposa, Sofía. No mi mujer. Nunca lo fue y nunca lo será.El silencio en el coche se volvió pesado. Sofía lo sostuvo la mirada unos segundos y luego arqueó una ceja.—Bien, corrijo: tu esposa y tu mano derecha.Renzo apretó la mandíbula, los nudillos tensos sobre el volante aunque no fuera él quien conducía.—Isabella nunca fue la persona más cercana a mí. Marco sí lo fue. Marco estuvo a mi lado en cada movimiento, en cada golpe, en cada negocio. Si hoy estoy vivo es en parte por él. Pero ella… —bufó con desprecio —Ella siempre fue un accesorio, un apellido, una obligación.Sofía ladeó la cabeza, analizando cada palabra.—Y ahora ese accesorio se junta con tu sombra…—Y si es cierto, Sofía —interrumpió Renzo con un destello de furia —entonces los dos me están traic

Capítulo 149 —RespiraNarrador:Sofía seguía sobre él, con las rodillas hundias en el sillón, el cuerpo agotado, pero sin ganas de separarse. Estaba recostada contra su pecho, escuchando los latidos desbocados de Renzo, disfrutando ese instante íntimo en el que todo parecía detenerse.El móvil vibró sobre la mesa. Ella cerró los ojos, como si al ignorarlo pudiera detener al mundo entero.—No quiero contestar ahora… —murmuró, casi perezosa. Alzó apenas la cabeza, miró la pantalla de reojo y suspiró. —Es mi padre.Renzo soltó una carcajada incrédula, la levantó suavemente de encima de él y se puso de pie.—Bueno… —se pasó la mano por el cabello, todavía con una sonrisa torcida —La verdad es que nunca pensé que el Diablo estuviera tan presente en mi vida.Le guiñó un ojo, todavía riéndose, y se fue hacia el baño, dejando la puerta entreabierta mientras el agua de la ducha comenzaba a correr.Sofía agarró el teléfono y atendió.—¿Papá?La voz de Román sonó grave, directa.—Te envié todas l