Llegamos hasta una enorme puerta, en donde raras veces mis padres hacen fiestas, al otro lado escucho varias voces, hablando de forma jovial y confianzuda, risas y carcajadas resuenan por mis oídos. Suelto a mi madre y ella pone ambas manos sobre la puerta abriéndola de par en par, la luz de la habitación me deslumbra por completo, pero cuando mis ojos se acostumbran veo a varias personas, mesas llenas de comida, postres y una gigantesca fuente de vino, la música resonando en cada rincón de la sala de fiestas, mi padre se acerca a nosotras con los brazos abiertos.—Cariño, que hermoso vestido tienes— Me abraza con algo de fuerza.—Gracias papá, pero estoy segura de que se vería mejor sin estos guantes y capucha— Digo con dificultad.—De eso nada, fue la condición— Acota mi padre, parece que ambos se pusieron de acuerdo para decirme exactamente lo mismo.Resoplo con fuerza, pero decido dejar de insistir, no quiero hacerles enojar.— ¡La cumpleañera! — Se acerca a nosotros un hombre de
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