Capítulo 42. Una mentira y el deseo... ambos dormían bajo el mismo techo.Levantó su copa y bebió un sorbo mostrando una sonrisa fría, de quien disfruta el olor de una investigación que promete desestabilizar reinos.-- No sé aún lo que hay oculto detrás – replicó para sí mismo. -- Pero lo voy a averiguar. Y cuando lo haga, esos dos... – se dijo, y nombró a Emiliano Del Valle con la precisión de quien conoce el terreno y a Francesco Romero como si fuera alguien interesante de investigar...-- Estos dos tendrán que responder –Miró su teléfono apagado y bebió un sorbo de licor. El vino estaba tibio y le supo a promesa. Se recostó en el sillón y siguió mirando la lluvia... todo indicaba que estaba a punto de tropezar con algo demasiado grande para dejarlo pasar.Había pasado toda la noche observando la lluvia desde su ventana. La tormenta caía con la furia de un mar invertido, pero lo único que esperaba él, era la eficiencia de su hombre.No había llegado a este país por nada; la pres

Capítulo 44. El amanecer después de la mentira.Sus palabras la desconcertaron.Lo odiaba, era cierto, pero también lo necesitaba. Y no sabía cuál de las dos cosas la estaba destruyendo más.-- ¿Confiar en ti? Después de todo lo que me has dicho... –-- Precisamente por eso –Se acercó lo suficiente para que su sombra la cubriera por completo.-- Si vamos a caer, prefiero que lo hagamos de mi lado. Mariana yo puedo protegerte, no necesitas volver a ese lugar donde solo te han querido por tu dinero – él tenía razón, pero era su vida, era la vida de Mariana Soberón.-- No sé si podré soportar verlos esta vez – le susurró ella, con una voz apenas audible.-- Sí podrás cariño – le dijo él. -- Porque no nos queda otra opción, si queremos que ellos piensen que realmente te crees Emilia Del Valle –Mariana lo miró por unos segundos, él no dijo Emilia Cortes, sino Emilia Del Valle, el nombre de su esposa y eso al final fue lo que la decidió.Sus ojos se encontraron, y durante un instante ni

Capítulo 46. Excusas del pasado en la mansión Del Valle.Carlos que había abierto la puerta miró a Mariana antes de ingresar al despacho e interrumpir la reunión con una mezcla de sorpresa y urgencia.-- ¿Qué pasó? – le preguntó Emiliano.-- Señor… afuera hay otra visita – le dijo y Emiliano frunció el ceño, luego miró a Francesco.-- ¿La señorita Rivas también iba a venir? – Francesco negó.-- ¿Quién es entonces? – le preguntó Emiliano, sin apartar la mirada de Romero.Fernando dudó antes de responder.-- Un caballero italiano. Dice que tiene una cita pendiente con usted. Su nombre es Renato Ferrini –El silencio cayó como una bomba.Francesco se volvió con una expresión entre curiosidad y desconfianza. Emiliano, en cambio, apretó la mandíbula.-- Hazlo pasar – ordenó sin pestañar, luego se volvió hacia Francesco. – Cuidado con lo que dices, gracias a ti en el aeropuerto, ese hombre ha comenzado a investigar sobre el accidente de Emilia –Francesco frunció el ceño, al principio no c

Capítulo 48. Una sospecha inminente.Mariana como buena anfitriona lo acompaño hasta la salida.-- Espero que pase una linda estadía en nuestro país Renato – le dijo por cortesía. Él la miró por unos segundos, cada día de pasaba, cada minuto más a su lado, le decía que ella era la mujer para él.-- No deberías seguir con esos hombres – le susurró, esperando que solo ella escuchara sus palabras.Mariana frunció el ceño, no entendió lo que quiso decir, y se quedó mirándolo por unos segundos también.-- No entiendo de qué está hablando – le dijo al fin, su voz tembló apenas, pero logró sostenerla.Él sonrió amoroso, pero con una sonrisa sin alegría.-- Claro que lo entiendes. Y lo entiendes demasiado bien – se acercó un poco más a ella, levantó su mano y la beso, con toda la cortesía de un italiano decente.Luego se alejó de ella, caminó hasta su auto. El chofer abrió la puerta y él ingreso en él, el viento frío y la lluvia lo despidieron de aquel lugar. Mariana respiró profundo antes de

Capítulo 50. Hermanas en un orfanato... que gran verdad.A unos kilómetros de allí, en el hotel Imperial, Renato Ferrini observaba la ciudad desde su suite en el piso dieciocho.El atardecer era gris, húmedo, con esa luz translúcida que parecía arrastrar los secretos hasta las ventanas. Sobre la mesa, su computadora portátil mostraba un mosaico de rostros, documentos digitalizados y fechas. Cada línea, cada conexión lo acercaba más a la verdad.O a ella... a la mujer que había sobrevivido en ese accidente.Encendió un cigarro, exhalando con calma. El humo formó espirales que ascendían con lentitud, igual que sus pensamientos.La imagen de Mariana, o Emilia, como todos la llamaban seguía grabada en su mente. No era una mujer simple, no era un rostro que pasara inadvertido, ella era hermosa.Renato no solo tenía el rostro de la mujer actual, la mujer luego de la cirugía, sino tenía en su poder el rostro de la verdadera Mariana, esa sonrisa inocente, esos ojos que expresaban más de lo qu