Capítulo 49. Sospechas que comienzan a aparecer.

El reloj marcaba las dos de la tarde cuando el silencio comenzó a pesar adentro de la mansión Del Valle.

El sonido del reloj de pared se volvió el único testigo de lo que había quedado en el aire, una promesa, una amenaza y un deseo que ninguno de los dos sabía cómo controlar.

Emiliano permanecía de pie junto al ventanal, observando cómo la lluvia se convertía en un fino velo sobre los jardines. Tenía las manos en los bolsillos y el ceño fruncido, una tensión casi visible en los músculos del cuello.

Mariana seguía de pie, inmóvil, con las manos entrelazadas al frente. Había querido marcharse cuando él se lo pidió, pero algo en la voz de Emiliano la retuvo, algo más fuerte que la orden.

Quizás era la necesidad de entender qué sentía ese hombre realmente… o la certeza de que lo que compartieron la noche anterior no había sido solo un impulso.

-- Marian... Emilia. Será mejor que regreses a la habitación, descansa un poco más – le repitió é