Capítulo 51: ¿Resistencia o locura?Sus gritos habían llamado la atención de la mayoría de las personas en la casa. Andrews, que aún dormía en su cuarto, se despertó abruptamente. Los gritos no eran del todo claros, pero algo tan inusual hizo que su cerebro reaccionara y despertara. Se impulsó a salir corriendo, con Jacy inmediatamente detrás de él, saliendo del cuarto al mismo tiempo. En el piso de abajo, Rodrigo y Donovan, que recién se habían despertado, ya estaban saliendo.Cuando llegaron al jardín, encontraron a Aurora en el centro del espacio, encogida, abrazando sus rodillas mientras sollozaba y gritaba con angustia. Estaba completamente deshecha, su cuerpo temblaba como un junco al viento.Andrews se detuvo un momento, observando a Aurora. Por unos segundos, percibió su expresión como si estuviera perdida, sin tener idea de lo que estaba haciendo.—¿Por qué está así de nuevo? —se preguntó, recordando el día en que ella discutió con él en la sala, mientras bebía junto a Rodrig

Capítulo 53: El Peso de las Palabras—Me estás engañando, Aurora —la voz impaciente de su tía sonó del otro lado de la línea—. Necesito el dinero, supe que lograste que enviaran una gran cantidad para el tratamiento de tu madre. ¿Qué estás haciendo con esa familia inmunda? ¿Ahora estás con ellos? ¡Tu madre te advirtió tantas veces que no los buscaras!Aurora cerró los ojos, presionando los dedos contra la sien, sintiendo que la irritación subía.—Lo llevaré mañana. —Su voz salió fría, firme, sin dejar espacio a discusión.—¡Aurora!Antes de que la tía pudiera replicar, ella colgó y dejó el aparato caer sobre la cama. Su mirada cayó sobre el sobre grueso que Andrews había dejado allí, como si el dinero fuera una carga sin importancia para él. Lo tomó, sintiendo su peso en las manos.—Bueno… trabajé por esto. Lo merezco —sonrió desconcertada, bajando la mirada—. Como si tuviera alguna elección —murmuró, acostándose y cerrando los ojos nuevamente, todavía con la cabeza pesada. Pero, de

Capítulo 55: Confronto en el GalpónDentro del galpón, una sola lámpara colgaba del techo, proyectando sombras distorsionadas por el espacio frío y húmedo. En el centro, Kenner estaba atado a una silla, con las muñecas firmemente sujetas con cuerdas ásperas. Su rostro mostraba los signos de una noche mal dormida y del malestar de la posición, pero al ver acercarse a Andrews, una sonrisa burlona surgió en sus labios agrietados.—Vaya, vaya… si no es Andrews. —Kenner escupió las palabras, su voz cargada de sarcasmo. Sus ojos entrecerrados, aún nublados por el agotamiento—. Pensé que ni siquiera estarías vivo.Andrews se detuvo frente a él, impasible.—¿De verdad pensaste que saldrías impune?—Yo pensé… —Kenner soltó una risa ronca—…que ya habrías aprendido la lección. Hay gente por ahí con la que deberías tener más cuidado, pero tú no tienes límites, ¿verdad, Andrews Westwood?Andrews inclinó ligeramente la cabeza, evaluándolo.—¿De qué diablos estás hablando?Kenner rió, echando la c