Thor llevó a Celina a una sala más reservada, donde nadie podría interrumpirlos. Sin soltar su mano, cerró la puerta detrás de sí y, en un gesto cariñoso, le besó la frente.Celina mantuvo la cabeza baja, retraída, tratando de esconder el torbellino que se agitaba dentro de ella.—¿Qué está pasando, Celina? —Thor preguntó, la voz baja, firme, pero llena de preocupación.—Nada —respondió ella muy rápido, forzando una sonrisa—. Solo estoy cansada. Vamos de vuelta al hotel.Thor cruzó los brazos, mirándola con intensidad.—Mientras no me digas lo que está pasando, no vamos a salir de aquí.—Thor... —Celina suspiró, dando algunos pasos hacia la puerta. La abrió, determinada a salir.Pero él fue más rápido. En pocos pasos, llegó detrás de ella poniendo la mano por encima de los hombros de ella y así, cerrando la puerta con fuerza pegando su cuerpo al de ella. Su voz grave sonó justo en el oído de ella:—No vas a salir de aquí, Celina.Un escalofrío recorrió la espina de ella. Sus o
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