La habitación pareció cerrarse en torno a Lukas cuando el aroma de Aileen lo envolvió por completo. Era como un eco antiguo, como una canción olvidada que su alma reconocía al instante. Cada fibra de su ser respondió con una urgencia animal, con un instinto que se negaba a ser contenido. Quiso hablar, decirle algo coherente, pero su garganta se cerró. Ella lo miraba con esos ojos claros, confundida, como si también sintiera algo pero no pudiera explicarlo.Lukas retrocedió un paso, como si la distancia pudiera salvarlo de lo inevitable. Pero era demasiado tarde. Su lobo rugía por dentro, golpeando con fuerza contra la pared de su autocontrol. “No puede ser. No ahora”, se repitió, aunque ya lo sabía. Ella era su pareja destinada. La conexión estaba allí, latiendo en el aire como electricidad antes de una tormenta.Aileen frunció el ceño, como si captara su cambio. “¿Estás bien?”, preguntó con una mezcla de desconfianza y preocupación. Él asintió rápidamente, demasiado rápido. No podía
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