Don Francisco, al considerar a Alexia como un nuevo integrante de la familia, dejó de insistir en el tema de llevarse a Amelia, ya que después de que Alexia aceptara irse a vivir con él, el señor se marchó muy contento, entusiasmado por tener todo listo para la llegada de su nueva nieta política.Antes de que se fuera, Alexia le pidió que no comentara nada sobre su llegada a la mansión, dado que quería darle una sorpresa a Matías. Aunque, en realidad, lo que deseaba era ver la cara de enojo que pondría este al enterarse de que vivirían bajo el mismo techo. Solo de pensarlo, se sentía feliz de mentir tan descaradamente a todos.Después de que don Francisco se fue, Luciana llevó a Alexia a su habitación para preguntarle por qué no le había contado nada sobre su supuesto embarazo. Pero antes de que pudiera decir una sola palabra, Alexia se le adelantó diciendo:—Luciana, ¿qué voy a hacer con mi vida ahora que todos piensan que estoy embarazada? ¿De dónde voy a sacar una barriga de la noc

Después del desayuno que compartieron Alexia, don Francisco y Mateo —ya que Olivia se había disculpado diciendo que no se sentía bien por su embarazo, y Matías había inventado la estúpida excusa de que quería desempacar todas sus pertenencias antes de comer, Alexia llamó a Luciana para contarle cómo había sido su recibimiento en la mansión.Mientras relataba todo, se reía al recordar las caras que pusieron Matías y Olivia al enterarse de que ella viviría con ellos por tiempo indefinido.—No sabes cuánto disfruté ese momento —le dijo—. Me hubiera encantado que hubieras estado aquí conmigo para ver las caras de horror que pusieron esos dos.Luciana, al escuchar a su amiga tan alegre, le advirtió que no bajara la guardia con ninguno de ellos, ni siquiera con Mateo, quien, por más estúpido que fuera, era quizás el más peligroso, precisamente porque nunca pensaba antes de hacer algo malo. Solo después, cuando las consecuencias le caían encima y lo abofeteaban, era que se daba cuenta de lo

Ya había llegado el fin de semana, y como anfitriona de la casa, Olivia estaba muy estresada con el asunto de preparar todo y estar pendiente de la estadía de los invitados, los cuales eran los padres de Alexia.Alexia, que aún no sabía que sus padres irían ese fin de semana a la mansión de los Oliveros, seguía tranquila, pues nunca pensó contarles sobre su pequeña mentira. Bueno, eso era lo que creía, porque una mentira de ese tamaño era muy difícil de ocultar.Hasta que, de la nada, apareció Olivia diciendo que su abuelo quería que estuviera en la sala junto a él, esperando a sus padres.Aquellas palabras no solo sorprendieron a Alexia, sino también a Luciana, quien la miró un poco espantada y ambas se miraron entre sí sin decir una sola palabra, pero en sus mentes ya sabían cuál era el verdadero motivo de que los señores vinieran a esa casa.Alexia, con el corazón acelerado, se preguntaba por qué su mentira había llegado tan lejos… Se suponía que solo era una broma para molestar a

Después de que los padres de Alexia entendieran la situación, los ubicaron en su habitación, y Matías, que estuvo todo este tiempo pegado a Alexia para no levantar ninguna sospecha, ya no aguantaba más, pues en realidad quería estar con su dulce y amada Olivia. Dado que había visto la cara que puso cuando su hermano contó lo sucedido, y sabía mejor que nadie que ahora mismo necesitaba su compañía.Sin embargo, no podía ir detrás de ella en ese instante en que la vio marcharse con lágrimas en sus bonitos ojos, porque Alexia estaba pegada a él como una lapa y no lo dejaba moverse ni un centímetro. Definitivamente, aquella mujer le resultaba tan odiosa, que solo de pensar cómo sería su vida si en realidad llegara a casarse con ella, le daba escalofríos.Así que, apenas vio que sus futuros suegros ya estaban instalados, empujó a Alexia sin importarle que esta se cayera, y salió corriendo a buscar a su amada Olivia, decidido a confesarle su amor de una vez por todas, pues se dijo a sí mism

Alexia, al escuchar aquella voz, se dio cuenta de que el hombre que había hecho que Erol la soltara no era otro que Matías. Ella jamás pensó que él la ayudaría en una situación como esa, y mucho menos que dijera que ella era su mujer, primero, porque estaba bastante alejado del lugar donde ocurrió todo, y segundo, porque lo había oído decir antes cuánto la odiaba. ¿Cómo era posible que ahora no solo la defendiera, sino que además mintiera para protegerla?Una vez que todo se calmó, Matías la llevó hasta su mesa y la hizo sentarse, mientras la regañaba por estar en un bar estando embarazada, incluso le cuestionó qué hubiese pasado si él no hubiera estado allí.A Alexia aquellas palabras no le gustaron en absoluto, así que respondió:—¿Quién estipuló que una mujer embarazada no puede estar en un sitio como este? Y si yo no puedo estar aquí, tú tampoco, ¿o acaso no eres el padre de mi hijo?Matías no le respondió de inmediato, en su lugar, se sirvió un vaso casi lleno de licor y se lo be