Por el lado de Maximiliano, después de que Luciana se fue de su estudio, quedó pensativo, ya que le creía a su esposa en todo lo que le había dicho; sin embargo, lo que lo inquietaba era pensar en la clase de mujer manipuladora en la que se había convertido Olivia… o quizá siempre había sido así, y él había sido el único engañado por su carita de “yo no fui”.Ahora, tras el reproche de su mujer por haberle creído siempre a Olivia por encima de ella —su propia esposa—, y que esta tuviera que presentar pruebas para que él le creyera, se dio cuenta de que todo lo que Luciana decía era cierto.El problema no era si le creía o no… el problema era que había vivido engañado todo este tiempo por la dulce y tierna fachada de su hermana, quien siempre encontraba la forma de sembrar ideas en contra de Luciana. Olivia, sin duda, era una maestra de la manipulación, y él no lograba entender cómo había caído tantas veces en sus maquinaciones perversas contra su esposa.Él sabía que muchas veces habí

Olivia, al ver que Maximiliano no le decía nada, se dijo que, como fuera, tenía que convencerlo para que le creyera. Pensando en esto, volvió a hablar y le dijo:—Te puedo jurar que todo este tiempo he estado arrepentida de haber hecho esto, tanto así, que he estado a punto de decirte la verdad, pero no sabía cómo hacerlo… porque tenía miedo de que, si contaba todo lo sucedido, nadie en esta familia me quisiera como antes lo hacían y si eso pasaba… sería capaz de quitarme la vida.Recordó entonces que, en el pasado, Maximiliano le había hecho prometer que, por más triste que estuviera, jamás intentaría acabar con su vida, porque para esta familia ella era muy importante. No sabía por qué su hermano le había dicho estas palabras, pero nunca había usado esa información a su favor… hasta ahora, convencida de que con esas palabras lograría asustarlo.Sin embargo, Maximiliano ni se inmutó, pues ahora que conocía lo manipuladora que era aquella mujer, no le creía ni una sola palabra, además

Luciana ya se encontraba en la cabaña junto a su hija y Alexia, mientras la niña jugaba, ambas conversaban sobre cómo fue que Maximiliano creyó tan rápido en sus palabras, sin dudar ni un solo segundo de que lo que le estaba contando era verdad.Alexia fue la primera en decir:—Quizás él ya venía sospechando desde hacía tiempo que ese niño no era su hijo.—No lo creo —respondió Luciana—, porque pude ver su cara de asombro cuando se lo dije, y no parecía alguien que ya tuviera sospechas.Luego, agregó:—Bueno, eso ya no importa. Lo único que importa ahora es que tenemos una semana fuera de esa mansión del infierno… y voy a hacer que esta semana se convierta en dos, y después en más.Tras un breve silencio, preguntó:—Y dime, ¿qué era eso tan importante que Matías quería decirte?—Nada que valiera la pena —contestó Alexia con cierto desdén—. Solo quería avisarme que le pedirá el divorcio a Olivia para luego casarse conmigo, pero me opuse a esto y le dije que jamás me casaría con un homb

Matías, al quedarse a solas con su hermano, de inmediato le preguntó:—¿Qué te pasó?Maximiliano lo miró con furia y lo arrinconó contra la pared, convencido de que su hermano debía saber algo de lo que decía aquel informe, ya que siempre él y Mateo andaban detrás de Olivia. Con la voz cargada de rabia le dijo:—Nunca creí que fueras ese tipo de hombre… capaz de permitir que Olivia le hiciera tanto daño a mi esposa, aprovechando que yo no estaba.Matías, sin entender de qué le hablaba, le respondió:—Suéltame primero y dime de qué me acusas, porque no tengo la más mínima idea de lo que Olivia le hizo a Luciana.Maximiliano lo soltó, consciente en el fondo de que todo era culpa suya. Fue él quien descuidó a su mujer; cada vez que ella intentaba contarle lo que sufría en aquella casa, jamás le prestó atención y antes de escuchar cualquier comentario en contra de su hermana, se marchaba y trataba de no volver durante esos días.Ahora, al recordar el pasado, se arrepentía de no haberla es

Luciana, apenas vio que Maximiliano había llegado, frunció el ceño, pues no esperaba ver a su esposo, al menos no hasta dentro de un par de semanas.Luego miró a Alexia y le dijo:—Lo único que nos falta ahora es que Matías también venga para completar el cuadro.Alexia apenas alcanzó a responder: tranquila, eso sería imposible… Cuando, de pronto, vieron cómo Matías también se bajaba de su auto.Luciana no pudo evitar reírse al ver la cara de su amiga, pues esta vez no era ella quien fruncía el ceño. Después de reírse un poco de sus palabras, le preguntó:—¿Qué me decías? Porque yo lo veo aquí también… a menos que ese hombre que acaba de bajarse del carro no sea Matías, sino un fantasma.Tras decir esto, preguntó, ahora con enojo en la voz:—¿Acaso ellos piensan que esto es una reunión de hermanos o algo parecido?Ya que no me explico por qué a todos les dio por venir justo ahora, cuando nosotras queríamos tomar un respiro de toda esa familia. Por lo menos Mateo fue más educado al pe