Diego irrumpió furioso, con el cabello despeinado y la ropa arrugada, parecía haber corrido todo el camino hasta la tienda.Se acercó para agarrarme, sin dudarlo. Pero lo esquivé con asco, refugiándome instintivamente detrás de Mateo.—No me toques —le dije con dureza.La mano de Diego cayó vacía, un destello de dolor cruzó por sus ojos que rápidamente, fue reemplazado por una furia desesperada.—¡Valeria, hasta los berrinches tienen límites! —gritó, su voz resonó en la boutique.Las asistentes de la tienda se dispersaron, sintiendo la peligrosa tensión.—¡Expusiste ese video, me bloqueaste, y contrataste a este hombre para actuar...! —Diego gesticuló salvajemente hacia Mateo—. ¡Has llevado todo al extremo, pero puedo pasar por alto todo eso!Su respiración era entrecortada, como si hubiera estado corriendo por kilómetros.Señaló a Mateo, con su voz ronca por la emoción. —¡Te defendí frente a todos! ¡Resistí la presión para rechazar el vínculo con Ivy! ¡Te elegí por encima de todo! ¿Y
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