Capítulo 61 —La chica en cuestiónNarrador:Nerón, obviamente, no pensaba quedarse de brazos cruzados. Cuando se aseguró de que nadie lo observaba, subió las escaleras en silencio y fue directo al dormitorio donde sabía que Cleo se había refugiado. Abrió la puerta sin hacer ruido. La encontró ahí, acostada de lado, abrazada a una almohada, con los ojos hinchados y el rostro marcado por lágrimas recientes. El gesto fruncido, la boca apretada. No dormía. Estaba peleando con algo por dentro, algo que él no necesitaba adivinar, ya lo sabía. Se acercó, preocupado, y se sentó al borde de la cama.—¿Qué te sucede, Cleo? —preguntó en voz baja, casi con suavidad. —Cleo no respondió. Solo hizo un puchero, evitando mirarlo. Nerón entrecerró los ojos, sabiendo perfectamente que eso era solo la antesala del caos. Suspiró, se puso de pie y caminó hacia la puerta. —Voy a decirle a Lía que vine a verte, que te encontré mal y que te llevo a la ciudad de regreso —dijo, sin rodeos.Ella se incorporó como

Capítulo 63 —Respira conmigoNarrador:Nerón la sostuvo entre sus brazos unos segundos más. Luego se apartó apenas lo suficiente para mirarla directo a los ojos. Ya no había dureza en su expresión. Solo verdad.—Cleo… necesito saber si puedes con esto —dijo con voz grave, sin dramatismo, pero con una intensidad que no dejaba espacio a evasivas —Porque si no es así… es mejor que lo dejemos aquí.Ella lo miró como si le hubieran arrancado el aire.—¿Quieres dejarlo? —preguntó en voz baja.Nerón soltó una risa seca, incrédula.—¿Yo? Ni loco. —Negó con la cabeza, sonriendo con ese gesto suyo que era puro caos contenido —Hace dos años que vengo soñando con estar contigo, Cleo. Dos años. Y ahora que te tengo… no pienso dejarte ir.Ella lo miró sin parpadear.—Entonces… ¿por qué dices eso?—Porque tampoco voy a retenerte a la fuerza, entiendo que esto no es fácil. Que puede ser demasiado. Que tener que esconderse, fingir, cuidarse de cada palabra… puede volverse agotador. Y no quiero que te r

Capítulo 65 —La hija de la sirvientaNarrador:Nerón las observó en silencio. Su mirada iba de una a la otra con una mezcla de curiosidad y análisis. Estaba claro que no esperaba lo que acababa de presenciar.—Cleo —respondió Marianne—¿Se conocen? —preguntó finalmente, cruzando los brazos sobre el pecho.Cleo mantuvo la espalda recta, pero su voz no logró disimular del todo la incomodidad.—Marianne es… mi hermana.La otra mujer ladeó la cabeza y sonrió, con ese tipo de sonrisa que no necesitaba ser amplia para ser punzante.—Media hermana —corrigió Marianne, con una voz suave pero firme —Nuestro padre tuvo una aventura con una sirvienta, después de enviudar, y de ahí nació ella.El silencio se volvió más espeso. Nerón parpadeó, como si intentara procesar todo lo que acababa de oír.—Con razón… —dijo al fin, llevándose una mano al mentón —El apellido Morel me resultaba familiar.Y ahí, justo ahí, todo se congeló. Marianne ladeó la cabeza hacia Nerón con una sonrisa más cercana a la no

Capítulo 67 —Mi media hermanaNarrador:Nerón siguió recorriendo calles como un animal desorientado. Giró por avenidas, por callejones, incluso volvió a pasar por el mismo cruce dos veces, buscando un rastro, una silueta, una pista mínima que le dijera dónde demonios estaba. Nada. Marcó el número de recepción del estudio, con la voz ya cargada de urgencia.—Si la señorita Cleo Morel regresa… aunque sea por un segundo, quiero que me lo informen de inmediato. ¿Entendido?—Sí, doctor Valmont. Claro —respondió la recepcionista, algo nerviosa.Colgó sin más. Miró el reloj. Una hora y cuarto desde que la vio salir en las cámaras. Con el ceño fruncido y la mandíbula apretada, Nerón giró el volante y tomó otra decisión. No podía seguir deambulando sin rumbo. No podía buscar en toda la ciudad sin saber siquiera qué buscaba. Solo quedaba una posibilidad... el penthouse. Puso rumbo directo, cruzando semáforos en ámbar, sin preocuparse por la velocidad. El tráfico era denso, pero su mente iba más

Capítulo 69 —¿Así de rota, así de pu*ta?Narrador:Una hora después, Cleo no podía dormir. La habitación estaba en silencio, pero su mente era un campo de batalla. Tenía los ojos abiertos, clavados en el techo, el corazón acelerado y una presión insoportable en el pecho. Había tomado una decisión. Había dicho que se iría. Que no quería deberle nada a nadie. Ni siquiera a él. Y sin embargo… él seguía ahí. Se levantó con pasos suaves, apenas envuelta en la bata. Cruzó el pasillo en penumbra, y lo encontró sentado en el sofá. No había encendido ninguna luz, ni la televisión. Solo estaba ahí, con los codos apoyados en las rodillas y la mirada perdida. Como si esperara. Como si no supiera qué más hacer.—¿Por qué no te fuiste? —preguntó Cleo, con la voz baja y tensa.Nerón giró la cabeza y la miró.—Solo quiero asegurarme de que estás bien.Ella avanzó un par de pasos. Lo sostuvo con la mirada. No había rabia en su rostro. Solo una mezcla devastadora de tristeza, deseo… y algo que se parec