CONNORLa nieve cayó con fuerza esa noche, y continuó hasta bien entrada la mañana. Megan y yo pedimos servicio a la habitación, poniéndonos los albornoces solo el tiempo suficiente para abrir la puerta. Frente al fuego, y con un festín de hamburguesas y papas fritas, nos sentamos a ver caer la nieve.Y cuando estuvimos listos, nos metimos juntos en la cama, abrazándonos mientras nos sumergíamos en un sueño profundo.Desperté a la mañana siguiente sintiéndome feliz. Cuando abrí los ojos para decirle buenos días a Megan, ya no estaba. Me incorporé y, aún aturdido por el sueño, por un momento me pregunté si había imaginado que viniera conmigo, si en realidad estaba solo.—¿Megan? —pregunté, poniendo los pies en el suelo y saliendo de la cama.—¡En el baño! —gritó, su voz resonando hasta el dormitorio.Tomé mi bata del suelo y me la puse mientras caminaba hacia el baño. Megan estaba sumergida en la enorme tina de hidromasaje, rodeada de burbujas, una pierna colgando por el borde, su piel
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