Capítulo 42 —”La Suarez”Narrador:La mañana se coló sin pedir permiso por las rendijas de las cortinas. Una luz suave bañaba la cabaña, dorada y tibia, iluminando el desorden que habían dejado a su paso: ropa esparcida, la manta caída a medio camino, vasos vacíos, huellas de una noche que había sido más que salvaje… había sido necesaria.En la cama, Sasha dormía completamente desnuda, su cuerpo envuelto entre sábanas revueltas y el calor que todavía quedaba en el aire. Eros estaba a su lado, con solo el bóxer puesto, abrazándola por la cintura, una pierna entrelazada con la de ella y el rostro enterrado en su cabello.No habían dormido más que un par de horas. La noche se les fue entre risas, besos, suspiros y encuentros que no podían dejar para después. Era como si hubieran estado congelados durante años… y ahora necesitaran recuperar el tiempo a fuerza de piel.Eros fue el primero en despertar. Abrió los ojos con lentitud, como si su cuerpo le recordara que aún estaba cansado, pero

Capítulo 44 —MercancíaNarrador:Aylin frunció el ceño, confundida.—¿Cómo que Eros va a casarse? ¿De dónde sacaste ese disparate, Sasha?Sasha se giró lentamente hacia ella, con una sonrisita cargada de sorna.—¿Qué? ¿El Diablo no te lo ha contado aún?Aylin la miró, más desconcertada aún, y luego giró la cabeza hacia Roman, que seguía sin emitir palabra, la mandíbula tensa y los ojos fijos en el plato.—¿Contarme qué, Roman? —preguntó ella, en un tono suave pero directo.Roman se preparó para responder, pero Sasha, que ya estaba encendida, lo interrumpió sin miramientos.—Que se casará con la Suárez —soltó con naturalidad venenosa —Un pacto de esos que se hacen para unir familias. Bien a lo mafioso antiguo.Aylin abrió la boca, pero no dijo nada. Roman por fin alzó la mirada y la dirigió a su hija, con esa expresión que solo usaba cuando estaba a punto de perder la paciencia.—Ese no es tu asunto, Sasha.Y el silencio volvió a caer sobre la cocina. Pero esta vez, no era cómodo. Era d

Capítulo 46 —Necesito de AylinNarrador:Natalia entró sin tocar, como siempre hacía cuando no estaba de humor para formalidades. Cerró la puerta detrás de sí y se apoyó contra ella, con los brazos cruzados y una ceja en alto.—Bueno… —dijo con voz cantarina —¿Me vas a contar por qué llegaste brillando como luciérnaga en celo o tengo que sacarte la información a la fuerza?Sasha, que estaba descalza en la cama, con una almohada abrazada al pecho, levantó la cabeza con una sonrisa que no había podido borrar desde que regresó.—¿Parezco tanto?—Pareces más feliz que cuando le regalaron a los gemelos ese trampolín inflable. Vamos, habla ya.Sasha se mordió el labio, giró para sentarse con las piernas cruzadas y soltó un suspiro que traía todo el peso de una noche inolvidable.—Pasó… —dijo al fin, con una sonrisa que le temblaba en los labios —Lo hicimos, Nat. Fue hermoso, fue más que ideal...Natalia abrió los ojos como platos, pero no dijo nada de inmediato. Solo la miró, sorprendida, y

Capítulo 48 —No lo hice a propósito... solo pasóNarrador:Aylin salió del despacho con el ceño fruncido, las manos aún tensas por la discusión que acababa de tener con Roman. Caminaba por el pasillo como si cargara el peso de mil palabras que no pudo decir. Estaba tan absorta que no notó a Natalia hasta que casi se la llevó por delante.—¿Estás bien? —preguntó Natalia, incorporándose desde la pared donde estaba apoyada, con los brazos cruzados.Aylin se detuvo en seco y la miró de arriba abajo, notando el gesto alerta de su prima. Entrecerró los ojos.—No me mientas, Natalia. ¿Cómo está Sasha?Natalia arqueó una ceja, como si no comprendiera la pregunta.—¿Por qué lo preguntas?—No te hagas la tonta —replicó Aylin, cortante —Sé que sabes algo. Te conozco. Vi cómo la mirabas esta mañana. No soy estúpida.Natalia se mantuvo en silencio unos segundos. Luego, respiró hondo, sin perder la compostura.—No sé nada —dijo al fin —Pero si lo supiera, tampoco te lo diría.—¿Por qué no?—Porque n

Capítulo 50 —Felicitame a tu parejaNarrador:Pasaron un par de días y Sasha giró sobre la cama, envolviéndose con la sábana mientras sostenía el móvil cerca del oído. Su voz salió baja, casi ronca de sueño.—Pensé que no llamarías esta noche...—Lo siento, se me hizo tarde —dijo Eros, del otro lado de la línea —Estuve pensando en ti todo el día.Ella sonrió, acariciando con la yema de los dedos el borde de la almohada.—No digas esas cosas si no vas a venir a verme —murmuró.—¿Y si te digo que sí voy a ir? —preguntó él, con esa voz grave que a ella le hacía hervir la sangre.—Entonces dilo de verdad. Sin juegos.Hubo una pausa. Después, Eros soltó el aire como si hubiera estado conteniéndolo.—Voy a volver, peque, muy pronto. El Diablo empezó a sospechar que algo no está bien. No puedo quedarme más tiempo sin levantar sospechas.—¿Qué le dijiste?—Nada concreto. Solo que necesitaba unos días. Pero no es tonto. Y tú tampoco ayudaste mucho con tu llamada espontánea...Sasha rió bajito,