Capítulo 5. Choque de hermanos. Narrador omnisciente: La reunión del consejo había comenzado como cualquier otra. Los ancianos hablaban de provisiones, de los entrenamientos de los guardias y de los acuerdos con las aldeas vecinas. Hugo y Elías presidían la mesa, como les correspondía desde la ceremonia, mientras Luz estaba sentada unos asientos más atrás, atenta a cada palabra. Clara, en cambio, había pedido permiso para no asistir, con la excusa de que tenía tareas menores que cumplir, aunque en realidad no tenía intención alguna de quedarse encerrada entre discusiones de adultos. Todo transcurría con relativa normalidad hasta que uno de los ancianos elogió con entusiasmo las decisiones rápidas de Elías en un asunto reciente. Hugo se tensó de inmediato. El comentario no parecía importante para nadie más, pero para él fue la chispa que encendió la discusión. —No todo puede resolverse con bromas y palabras fáciles —dijo Hugo, interrumpiendo al anciano y clavando la mirada en su he

Capítulo 7. Encuentro peligroso Narrador omnisciente: Hugo llevaba horas rastreando con desesperación. Desde el momento en que Clara desapareció, no había dejado de moverse por el bosque, ignorando la fatiga y la tensión en los músculos. La discusión con Elías en el consejo ya no importaba; su hermana estaba en peligro y él no iba a permitir que nada malo le ocurriera. El suelo húmedo guardaba huellas apenas visibles. No cualquiera habría podido seguirlas, pero Hugo había aprendido a leer los rastros como un libro abierto. Marcas en la tierra, ramas rotas, el roce de una tela en una corteza… todo señalaba que Clara había pasado por allí y que alguien más la había obligado a avanzar. Apretó los dientes mientras avanzaba, sosteniendo con fuerza la linterna. Su respiración era fuerte y constante, pero no se detenía. Cada paso lo acercaba más a Clara, aunque el bosque parecía conspirar en su contra con su silencio extraño. Finalmente, tras internarse más de lo que había calculado, es

Capítulo 9. Huellas del enemigo. Narrador omnisciente: El castillo despertó con un aire cargado de tensión. Los rumores sobre la emboscada en el bosque se habían extendido rápido, y los guardias duplicaban la vigilancia en cada acceso. Nadie hablaba en voz alta, pero todos sabían que lo ocurrido con Clara era demasiado grave para considerarlo un simple incidente. Los capitanes de la guardia habían ordenado peinar la zona donde se había producido el enfrentamiento. Desde las primeras horas de la mañana, grupos armados recorrían los senderos cercanos, revisaban las huellas y recogían cualquier rastro que pudiera servir como prueba. Uno de esos grupos regresó al mediodía con noticias concretas. Habían encontrado restos de campamento en un claro oculto, no muy lejos del sitio donde Hugo y Clara habían sido atacados. Quedaban brasas apagadas, marcas de botas en la tierra y algunos objetos abandonados a toda prisa. Entre ellos, un fragmento de tela oscura con un símbolo bordado: una fig

Capítulo 11. El retorno del traidor. Narrador omnisciente: Henry caminaba por el camino de tierra que bordeaba el territorio de los jóvenes líderes, disfrazado como un comerciante ambulante. Su atuendo era sencillo, pero los detalles estaban calculados: ropa ligeramente polvorienta, un cinturón con bolsas que simulaban mercancía variada y un sombrero que ocultaba su rostro. Sus ojos, atentos y calculadores, recorrían cada rincón del entorno con precisión. Cada movimiento de los guardias, cada gesto de los jóvenes líderes que se asomaban al patio, quedaba registrado en su memoria. No era la primera vez que Henry actuaba con cautela; había pasado años perfeccionando la paciencia y la estrategia. Su regreso no podía ser apresurado ni visible. Su presencia debía ser invisible, como una sombra que observa antes de actuar. El hombre caminaba despacio, saludando a los guardias de manera amistosa, presentándose como un vendedor de especias y hierbas curativas. Llevaba consigo un carrito im

Capítulo 13. La revelación. Narrador omnisciente: El castillo vivía días extraños. La tensión seguía presente, aunque los guardias intentaban que todo pareciera bajo control. Los pasillos estaban más vigilados, las salidas eran limitadas y las reuniones del consejo se habían vuelto más frecuentes. Entre todo aquello, la figura del comerciante ambulante se movía con naturalidad. Cada jornada aparecía con su carrito lleno de frascos, hierbas y especias, siempre con una sonrisa amable, como si no tuviera nada que esconder. Para la mayoría, era un rostro más entre los que iban y venían ofreciendo mercancías. Para Hugo, se había convertido en una presencia constante. El joven encontraba en él una voz diferente a la de sus padres, a la de Elías o incluso a la de Luz. El comerciante lo escuchaba sin juzgarlo, lo aconsejaba con frases que parecían sencillas y, sobre todo, le hacía sentir que alguien lo veía como un individuo con valor propio, no solo como el hijo menor de Every y Calen. L