—Oye, "Luna", tu oponente soy yo, no el Rey Alfa. ¿O buscas el favor suyo para que detenga el combate y te salve la vida? —soltó con una risa arrogante el Beta. Algunas risas más se escucharon en los sectores donde habían hombres y mujeres lobos. Adalet volvió a ver a sus bebés, pero ellos no entendían que pasaba, solo sonreían también, felices de ver a su mami. Alfa Zefor se levantó de su trono. Todos guardaron silencio. —Luna ha retado a mi Beta. Un combate por el honor y "una lección de respeto" —comenzó a hablar Zefor—. Pero no suelo permitir enfrentamientos de esta índole en mi manada. No me sirve que mis lobos se lastimen los unos a los otros, por lo tanto. El perdedor tendrá un castigo, uno impuesto por el ganador. ¡Adalet abrió sus ojos de par en par! —¿Castigo? —preguntó en un hilo de voz. Beta soltó una carcajada triunfante. —"Luna", de pronto me emociona más demostrarle a mi Alfa, que aún sin que me proteja con su don, puedo vencerte~ Adalet frunció el ceño…

—¡¡HABLA, ZEFOR!! —exigió la hembra, tirando del cabello de ese Alfa con más fuerza, aunque sabía que también era una acción inútil, a él no le dolía, y tampoco podría siquiera arrancarle uno solo de sus cabellos, mientras él esté usando su don divino. Zefor posó su mano en la muñeca de Adalet, ejerció un poco de presión, la suficiente para que esa loba que estaba débil, lo soltara. —¡AY! —gritó Adalet, haciendo una mueca de dolor. Él la soltó y retrocedió un par de pasos. —No te di nada que te hiciera daño. Al menos, eso se supone. Se salió de control, quizá la dosis fue demasiada… Te tomaste toda la botella de golpe —llevó él su mano a su mandíbula en un gesto pensativo, sus ojos dorados fijos en la hembra. Adalet cerró los ojos por un momento. No quería volverse loca de ira… ¿Qué ganaría con eso?, solo ella saldría golpeada, y quería ver a sus cachorritos, no podía sacarse las expresiones de Draven y Alaric, cuando la miraban siendo atacada por el Beta Woren. La he

Zefor guardó silencio unos segundos. Algo ocultaba ella, de la nada accedía, y eso la dejó en evidencia fácilmente ante ese macho, que sabía que ella lo detestaba. —Así será, Luna —accedió él con una facilidad, que Adalet se sorprendió. Él se regresó al sillón donde estaban los brazaletes, mientras la hembra comenzaba con su magia. Alfa Zefor tomó los brazaletes en sus manos, los guardó en el bolsillo de su pantalón, y volvió a acercarse a la hembra rubia… Pero… Había algo que despertaba poderosamente la curiosidad de ese hombre lobo. «¿Cómo lo hace…?, me lo he preguntado desde la vez que la encontré en ese laboratorio, desde que intentó defenderse de mí en ese bosque en llamas.», le comentó Zefor a su lobo. «¿La magia púrpura?» «Sí. Esa hechicera… La que me atacó hace catorce años atrás, ella utilizaba una reliquia, una piedra de amatista de un antiguo Clan, en su anillo, su anillo era su debilidad… Su magia era como la de esta hembra… Todo en Adalet grita que están ligada

—¡Rey Alfa…! ¡Por favor… le ruego…! —imploraba el médico principal, sintiendo la presión asfixiante de la mano de Zefor. —¡NO LO SABEMOS! ¡SE LO JURO, ALFA! —gritó otro hombre lobo en el salón médico—. ¡Dejamos las medicinas aquí! Todas las dosis eran solo para fortalecer a Luna, como usted pidió. Ella volverá a quedar preñada, los efectos secundarios serían mínimos. —¿Me tomas por tonto? —la voz profunda y dominante de Zefor resonó en toda la sala, mientras apretaba con más fuerza el cuello del médico—. Tenían que hacer una sola cosa... y fallaron. Luna está enferma, intoxicada, y su estado es grave. El culpable sufrirá un castigo peor por desobedecerme. —¡¡AAAAAHHHG!! —gritó el médico, cuando Zefor lo lanzó por los aires. ¡¡¡CRAAAANK!!! Un sonido atronador llenó el salón al estrellarse el médico contra un mueble repleto de frascos medicinales, que se hicieron añicos en el suelo. Todos los presentes se quedaron paralizados ante la furia del Rey Alfa. La mayoría inclinó la

Bruce se levantó lentamente de la banca, acercándose a Zefor con cautela. —Esa noche… ¿Cómo estaba Adi? ¿Cómo lograste salvar a mi hija? Sabes cuánto te agradezco por sacarla de ese infierno en los laboratorios mágicos. —¿Esos? —preguntó Zefor, su tono mostrando un leve interés. —Alfa, la busqué. Malcon me ayudó un tiempo. Encontré rastros de su pelaje de lobita, y de su sangre en los laboratorios, pero todo estaba destruido. Ella no estaba. Durante trece años recorrí cientos de lugares hasta que volvió de la manera más inesperada —una sonrisa leve apareció en el rostro de Bruce, pero Zefor se centró en una frase que le llamó la atención. —¿"Pelaje de lobita"? ¿Tenía una transformación prematura? —Oh, sabes de eso —respondió Bruce, sorprendido—. No es muy común. Me impresiona que estés enterado de ese tipo de transformación. —Conozco a alguien que fue así —comentó Zefor, su expresión dejaba claro que no quería profundizar en el tema. —Entiendo… Bueno, Alfa, Adalet no es lo q