Capítulo — Cuando el Sol Tocó la TierraEl ritmo no cesaba.La carroza se había detenido justo en el final del Sambódromo, como si el universo entero supiera que algo estaba por suceder. La multitud bailaba, gritaba, vibraba… pero en ese punto exacto, donde la luz rebotaba en el dorado del plumaje, el tiempo pareció dilatarse.Sol Geórgia estaba en lo alto.Dorada, gloriosa, viva. El sudor hacía brillar su piel canela como si fuese de miel y fuego. Sus brazos extendidos, la mirada al frente, y ese rayo invisible que iba directo al pecho de Bruno Montes, quien, desde el suelo, la esperaba con la mano extendida, como un caballero tropical en pleno carnaval.Ella bajó un escalón. Luego otro.El plumaje ondeaba, pesado pero majestuoso. Sus pies descalzos tocaban el metal con delicadeza, como si fueran alas. Y cuando llegó al último escalón, cuando la última nota de la batería marcó el redoble exacto, Sol le dio su mano a Bruno.Y entonces ocurrió.Una sacudida.Un destello invisible de en