La amenaza del CEO ruso quedó más que clara, pero se trataba de Dorian Montana, el emperador de los negocios, no era cualquier hombre, y tampoco permitía que nadie lo amenazara en la cara, así que... — Estaremos en el hospital en poco tiempo, Sergey, hemos sido amigos por muchos años, a nuestras esposas no les va agradar nada una pelea entre nosotros, comprendo tu furia, yo estaría igual que tú... pero hablemos primero, no me gustaría tener que utilizar todo mi poder en tu contra. — No soy estúpido, sé quién eres y lo que tienes a tu disposición para enfrentarme, pero también yo tengo lo suficiente para hacerte frente, a ti y a Lombardi, si mi hija pierde la pierna, les cortaré las dos piernas a tu hijo Donovan, y a Doménico Lombardi, lo juro por lo más sagrado que tengo que lo haré. El hombre no se escondió para hacer esa llamada, Sus hijos, Ares, Robert Rossi, Gisel Rossi, Isadora Lombardi, e incluso los médicos, habían escuchado como el CEO ruso amenazaba a los padres de lo

Rafael había pasado la mejor noche de su vida, le había hecho el amor a su esposa de forma apasionada. La cargó hasta la habitación, quitarle el vestido blanco y caer en cuenta que era ya su esposa, y que lo sería hasta su muerte y más allá. Lo llenaba de dicha. El CEO observó dormir a Emma por unos momentos, ella había quedado muy agotada del día, pero sobre todo por la apasionada entrega. El CEO Montana se había quedado dormido con la hermosa pelirroja abrazada a su pecho, su posición favorita. Cuando su celular se escuchó. Primero abrió un ojo esperando que quien quiera que lo haya llamado desistiera. Pero eso no sucedió, el teléfono siguió timbrando. — ¿Pero que carajos está pasando? Estoy en mi noche de bodas y me están llamando, ¿Quién carajos es? El CEO leyó el remitente y vió que se trataba de Alexander. — ¿Qué diablos pasa Alexander? Esta es mi noche y tú me estás interrumpiendo. ¿Por qué? Rafael, es Kei, su situación con la pierna se complicó, ahora e

El gemelo Lombardi por fin había dado con la jóven Ivanov, se acercó despacio hasta ella, no podía dejar de observar cada detalle. Podía ver qué tenía su bello rostro manchado de lágrimas. Eso no le gustó nada. — Kei... Kei... Soy yo, Dominic, abre los ojos cariño... — El CEO pasaba una de sus manos por el rubio cabello de la chica. Las pestañas de la rubia se movieron, despertó y lo vió, ahí estaba él, al pie de su cama. — Dominic, ¿Qué haces aquí? ¿Quién te dejó entrar? No debiste venir aquí, debes irte. — La joven volteó su rostro para no ver al apuesto gemelo. — ¿Creíste que no vendría? Estás aquí herida en el hospital, no sabes lo preocupado que he estado desde que me enteré de lo que te pasa. ¿Por qué me quieres alejar de ti? — No quiero verte ahora Dominic, todavía no sabemos que va a suceder, no quiero seguir con lo que teníamos, te dejo libre, no me visites, no quiero tu lástima. — ¿Lástima? ¡Yo no estoy aquí por qué te tenga lástima, estoy aquí por qué te amo,

El CEO Lombardi no iba a ponerse del lado de sus demonios hijos, él no iba a despertar el enojo de su esposa contra él. Encaminó sus pasos hacia ella para ir juntos a casa. Todo el camino hacia la villa ella lloró en sus brazos, lo que hizo sentir mal al hombre. — Ahora si hicieron enfadar a mamá, nunca la había visto tan furiosa, es que ustedes no tienen límites, uno tiene a Kei en cama lastimada, y el otro la ha seducido. Tendrán suerte si papá no los deshereda está vez. En otra parte del la sala. El joven CEO Montana hablaba con Serena. — ¿Que quieres Donovan? Han lastimado a mi hermana por culpa de sus celos estúpidos. No quiero saber más de ustedes. ¿Creí que ya se los había dejado claro? — Se que fue un error, pero eso no significa que sea un monstruo, Serena, lo que pasó fue un accidente desafortunado. No me castigues así. — Papá ya los ha disculpado, ¿Qué más quieres de mi? — Tu amor Serena, sabes muy bien lo que siento por ti. Comencemos de cero, ¿Qué dices?

El CEO Ivanov se las había ingeniado para tener un par de citas con Isadora. Una a comer en un discreto restaurante y la otra en la sala de un cine, habían disfrutado de su compañía comiendo palomitas y viendo una película de romance. Todo lo que nunca pensó que haría, sobre todo el tema del romance, Alexander lo estaba viviendo por primera vez con Isadora. Lo único que le enfurecía al final de la cita, era tener que dejarla ir, ella no lo sabía pero el trillizo estuvo a punto de robarsela y no dejarla regresar a la villa Lombardi. Era aterrador pero cierto. — ¿Mujercita, no piensas llegar? — Se preguntaba el imponente CEO mientras miraba su reloj, había quedado con Isi en que verían una mansión que acababa de comprar ella había estudiado diseño de interiores profesional y quería que ella se encargara de decorarla. La joven Lombardi llegaba apurada en un taxi, tuvo que fugarse hasta del chófer para poder llegar a ver a Alexander a solas en una villa. La llegar se dio cuent