REINA DE HIELO. CAPÍTULO 41. Una pequeña villana consentida.VIKTOR. Se derrite en mis brazos y eso termina de volarme la cabeza, es que ni siquiera puedo disimularlo, me estoy volviendo loco por esta mujer. Alma es algo que no había esperado, como un maldito tsumani que llegó arrasando.No sé cómo encuentro el maldito condón pero lo encuentro. La siento jadear, gemir, desesperarse. Mis dedos se deslizan fuera de ella con lentitud, y en el mismo movimiento, mis caderas avanzan. La penetro de lleno, sin pausa, dejándome hundir por completo en su cuerpo húmedo y cálido. La siento estremecerse, retorcerse contra de mí, justo cuando el clímax la atraviesa con una intensidad feroz. Sus gemidos me llenan la boca cuando la beso, cuando la reclamo con mi lengua para apagar sus gritos.—Ya pasó… ya… —murmuro despacio sintiendo cómo sus paredes laten a mi alrededor—. Ya está…La sangre corre despacio hasta la sábana mientras ella jadea acurrucada contra mí, tan pequeña, tan suave, que podría q

REINA DE HIELO. CAPÍTULO 43. CelosViktor se reclina en su silla y se frota el mentón. Pareciera que el tema le molesta, pero creo que ya me conoce un poco y sabe que mi curiosidad no me dejará parar.—Sí, fue hace muchos años. Aún no existía la división de laboratorios y proyectos que tenemos ahora. Había un tipo… un científico americano. Un genio, de verdad. Proponía ideas que iban veinte años adelantadas, era... brillante —comentó Viktor como si hiciera ejercicio de memoria—. Él fue el que nos introdujo en esas fórmulas...Mi corazón golpea.—¿Cómo se llamaba?—No lo recuerdo ahora —me miente y solo puedo imaginar que no quiere que siga investigando más allá—. En ese tiempo era mi hermano Lars el que dirigía la empresa, y ese científico trabajó con nosotros por menos de un año.—¿Qué pasó con él? —insisto y veo la forma en que Viktor niega esquivando mi mirada.—Desapareció. Un día simplemente no vino más. Se llevó sus fórmulas y nadie supo nada más de él. La empresa perdió mucho c

REINA DE HIELO. CAPÍTULO 45. FiebreNo sé quién se lanza primero. Si sus labios se estrellan contra los míos o si yo me derrito en sus brazos como si se me fuera la vida en ello. Lo que sí sé es que una vez que empezamos, no hay vuelta atrás.El escritorio cruje un poco cuando Viktor me sienta sobre él, como si también protestara por lo que estamos a punto de hacer. No es el sitio más cómodo, ni el más romántico, pero ahora mismo, es perfecto.—No alcanzo a llegar a la casa —y es una advertencia simple, con esa voz ronca que me derrite.—Me parece… excelente —le respondo, con la respiración entrecortada.Sus dedos bajan por mis muslos, y vuelven a subir bajo la falda. Mis labios siguen buscando los suyos, como si no pudieran estar separados ni un segundo. Y él sonríe apenas, tirando de mi cuerpo hacia el borde, donde mi intimidad roza con esa erección desatada.—Llevas días mirándome como si quisieras… comerme —le susurro entre beso y beso, y lo escucho gruñir a medida que el deseo lo

REINA DE HIELO. CAPÍTULO 47. Un descubrimiento dolorosoDentro de la casa, el aire huele a polvo y madera húmeda. Hay muebles descubiertos, libros en estantes desvencijados, vajilla en una vitrina. Como si alguien hubiera salido de aquí un día con la intención de volver… y nunca regresó.Esta casa era de mi padre y no sé por qué eso me hace un nudo en el estómago; y no uno de esos de nostalgia y añoranza como cualquier hija que encuentra cosas de su padre después de tantos años, sino uno de advertencia, como una promesa de que lo que estoy a punto de descubrir no será agradable.Lo sé. Lo siento en los huesos. Mi instinto me lo dice porque esta propiedad en su día no debió ser barata, las escrituras hablan de un monto considerable, y mi padre la compró mientras en Estados Unidos mi madre peleaba con una hipoteca mientras lo esperaba.Camino en silencio, casi sin respirar, esperando un solo indicio que me diga que mis sospechas son falsas, que todos estos años que he pasado en este paí

REINA DE HIELO. CAPÍTULO 49. Un contacto de emergenciaNo sé cómo llego a la cafetería. Está casi vacía, pero aun así no es el mejor lugar. El olor a comida y bebidas calientes me revuelve el estómago en un instante y busco una mesa al fondo para que nadie me moleste, sin saber que, involuntariamente, me he puesto al alcance de una conversación que no debería oír.Escucho una charla casual entre dos científicos que me congela en un segundo.—¿Viste? Lennart Nils está de vuelta.—¿Otra vez? Pensé que ya solo ocupaba un puesto en la Junta directiva y nada más —responde uno de ellos.—El señor Nyström le pidió que volviera otra vez como científico. Escuché que va a trabajar en el nuevo laboratorio, el del último piso. Mi corazón da un salto cuando escucho eso. ¿No se supone que ese laboratorio es para mí?—¡Ah, sí, va a dirigir el proyecto ese del motor! —exclama el otro como si recordara.El vaso de agua que tengo en la mano me tiembla. Lennart Nils... el padre de Freja, ese que conven