REINA DE HIELO. CAPÍTULO 40. Hambriento y descontroladoY aquí es cuando las cosas se convierten en un gran problema, porque en medio de mi juego de espías, no sé en qué momento llegamos a esto. Vine a investigar a Viktor, no conté con que el patán arrogante me gustaría tanto. Y creo que él tampoco contó con que yo le gustara, al punto de que todas las televisoras están explotando porque el hombre más “incazable” de Suecia acaba de anunciar que por fin se comprometió.¡Y yo ni he dado el “sí”!Bueno, el sí al compromiso, pero cuando este condenado hombre me besa es como si todo lo demás desapareciera.Sus manos buscan mi cintura y me aprieta contra su cuerpo como si el aire estuviera a punto de acabarse para los dos. su lengua se hunde en mi boca y lo recibo con un jadeo desesperado porque eso es todo lo que siento ahora mismo: fiebre, deseo, ganas, más de lo que he sentido jamás por nadie. Suficiente para hacerme perder la cabeza por unos minutos… y en unos minutos se hace mucho.Mis

REINA DE HIELO. CAPÍTULO 42. PiezasDespierto sintiendo el peso de un millón de agujas sobre mi cuerpo, y cada músculo duele como si hubiera corrido una maratón, o como si un camión me hubiera pasado por encima, muchas veces, adelante y atrás, adelante y atrás… ¡Ah no, ese fue Viktor!Trato de girarme para incorporarme un poco, pero el mundo da vueltas, y mi cabeza pesa más que un saco de cemento.—Shhh, no te muevas —susurra una voz ronca, suave, familiar—. Tienes que ir despacio hoy. Jamás habías tenido una noche tan movida.—¿Das fe de eso? —lo provoco mientras lo veo trepar a la cama con descaro, como un tigre que se prepara para cazar. ¡Maldición! ¿Por qué nadie reconoce lo rico que es ser la presa de vez en cuando?—Mis sábanas dan fe —responde subiendo encima de mí y apoyándose en los codos. Siento el peso de su cuerpo y me recuerda todo lo que me hizo anoche.Se queda con el rostro tan cerca del mío que me hace temblar. Sus dedos me recorren lentamente la frente, la mejilla. I

REINA DE HIELO. CAPITULO 44. Una discusión peligrosaEl Banco Central tiene una fachada tan intimidante como su nombre. Todo mármol, columnas y vigilantes con trajes oscuros. Entro, intento no parecer demasiado nerviosa, y camino hasta el mostrador de Atención al cliente.—Quiero acceder a una caja de seguridad que pertenecía a mi padre —digo—. Tengo los documentos para demostrar mi identidad y el parentesco.El hombre tras el vidrio me examina con cara de "¿y esta quién es?", pero revisa los papeles, hace varias llamadas internas y finalmente me hace llenar unos formularios. Fianlmente me pasan con alguien mucho más atento, que me explica que la verificación puede tardar varias semanas.—¿Semanas?—Es un procedimiento riguroso. Muchos casos similares fueron heredados con información sensible, señorita. Le notificaremos en cuanto esté aprobado su acceso.—Perfecto —digo con una sonrisa falsa.Salgo de ahí mordiéndome la lengua. Semanas. ¡Genial!Cuando regreso a la empresa, mis zapato

REINA DE HIELO. CAPÍTULO 46. Una caja de seguridad—Ya era hora de que lo entendieras. —Es mi único susurro y nos reímos despacio, pegados piel con piel, sudor con sudor.Afuera, en el pasillo, no se escucha nada, nadie, solo la tenue luz del monitor parpadeando como si supiera nuestro secreto.Me acomodo sobre su pecho con la poca ropa que me queda, y él me acaricia la espalda con movimientos lentos, casi hipnóticos. No dice nada y yo tampoco, no hace falta; porque tengo la extraña sensación de que cada uno por fin ha encontrado su lugar en el mundo, como dos piezas de un rompecabezas que por fin se encontraran.—Esto es una locura —sonrío, jugando con un mechón de su cabello.—Totalmente —responde—. Y lo haré mil veces más.Me separo apenas para mirarlo a los ojos.—¿No se supone que eres un hombre frío, distante y racional? ¿Cómo se te ocurre que follar en un laboratorio es ser un buen CEO?—Pues eso era antes de que una lunática entrara a mi empresa y me desordenara la vida —conte