LA AMANTE VIRGEN. CAPÍTULO 3. La última esperanzaLa verdad es que ni siquiera supo cómo regresó a la casa de sus padres, porque siendo honesta ya no tenía valor para llamarla "su casa". El cuerpo le dolía, le dolían los pies de caminar y su cabeza no dejaba de martillear desesperadamente.Por un instante recordó que Blake había dicho que estaba medio drogado, a ella tenían que haberle hecho lo mismo, era la única explicación posible.Apretó el paso, pero para cuando logró empujar por fin la verja, ya pasaba de la medianoche y había algunas luces encendidas en su casa.—¿¡Qué es esto, Charlotte!? —espetó su madre con rabia—. ¡¿Ahora crees que puedes llegar a la hora que quieras?! ¿¡Crees que eres una mujer después de lo que hiciste!? ¡Contéstame!—¡Basta, mamá! ¡No estaba haciendo nada malo, estaba en casa de la abuela! —replicó Charlotte, pero su madre se puso aún más lívida.—¿¡Cómo te atreviste a ir a molestarla!? —le gritó—. ¡Tu abuela está vieja y enferma! ¡Y le has provocado la

LA AMANTE VIRGEN. CAPÍTULO 5. Destrozada"Para Lottie, como pago por su virginidad".Cada palabra salió de aquella pluma, y cuando el último punto fue puesto Charlotte rompió los papeles en cuatro pedazos y los lanzó al suelo. Caminó despacio hasta tomar aquel billete y lo vio durante un largo segundo.—Gracias... Adiós, Blake.Ya no tenía voz para más palabras, solo se dio la vuelta, tomó su bolso del suelo y salió de aquel departamento sin mirar atrás.El nudo en su garganta apenas la dejaba respirar. Caminó fuera del edificio y miró a todos lados, echando a andar en cualquier dirección porque realmente no tenía a dónde ir. Las lágrimas corrían por sus mejillas a medida que la noche se cerraba a su alrededor; no había comido nada desde... ni siquiera recordaba cuándo, pero aunque su estómago rugía, sabía que no podía tragar más que un poco de agua.Compró una botella y se sentó en un parque cercano, recogiendo las piernas bajo su agotado cuerpo. Había perdido el avión, pero para no

CAPITULO 7. Inocencia—Ni siquiera deberías considerarlo. —La voz del hombre que la abrazaba era profunda y serena, como si viniera de alguien muy sabio y con un motivo muy poderoso para decir las cosas—. Nunca, jamás pienses en darle el gusto de desaparecer a tus enemigos. Nadie vale tu vida, Charlotte, nadie.El solo hecho de que mencionaran su nombre hizo que la muchacha retrocediera vivamente y lo mirara con ojos desorbitados. Frente a ella había un hombre que pasaba de los cuarenta años, con la frente surcada por arrugas de dolor y de experiencia, pero que definitivamente seguía siendo muy atractivo. Alto, fornido y sofisticado, y sobre todo tenía una seriedad que helaba la sangre.—¿Usted quién es? ¿Cómo sabe mi nombre? ¿Por qué… por qué…?—Mi nombre es Lawrence Dalton, y soy la persona que puede ayudarte —respondió él.—¿Ayudarme? ¿De verdad? ¿Cree que alguien me puede ayudar? ¡Respóndame! ¿Cómo sabe mi nombre?—Como mismo sé que te hubieras congelado en una banca en el parque a

LA AMANTE VIRGEN. CAPITULO 9. El sabueso de ataque del señor DaltonNunca en su vida Blake había estado en un momento tan delicado y tan vulnerable como aquel. El trabajo de todos sus años como profesional se estaba yendo a la basura por su equivocación y lo único que quería era poder disolver la sociedad con Conrad Pearce antes de hacer cualquier movimiento que pusiera de nuevo su empresa en la cima, y lo obligara permanecer atado al mal manejo de su suegro.Con la ayuda de Gideon recogió todos los informes posibles sobre aquel Country Club en las afueras de Yorkshire que estaba terminando de construirse. Había escuchado hablar de él, estaba seguro de que Callie se lo había mencionado en algún momento, en especial porque seguramente una membresía ahí costaría muchísimo dinero y ella la querría. ¡Dios lo librará de no ser suficiente para que su mujer se codeara con la más alta sociedad y la aristocracia de Londres! Pero a diferencia de ella, Blake no tenía mucho tiempo para socializar

LA AMANTE VIRGEN. CAPITULO 11. CondicionesLos ojos de Charlotte se posaron en él durante un segundo infinito en el que a Blake se le secaba la boca. Jamás había imaginado que volvería a verla, pero menos había imaginado que la chiquilla que había tenido llorando desquiciada y arrodillada a sus pies se hubiera convertido en... aquello.—Entiendo lo brusco del cambio —sonrió Charlotte como si pudiera leer sus pensamientos.Blake dio un paso hacia ella pero inmediatamente dos hombres se interpusieron en su camino con ademán protector, y ninguno se apartó hasta que ella les hizo un gesto de que lo dejaran. Alguien más tomó la copa vacía que tenía en la mano con deferencia y la muchacha se dio la vuelta, echando a andar hacia su reservado mientras Blake la seguía aturdido.—No recuerdo la última vez que me llamaron Lottie —expresó ella con voz impasible—. Pero para futuras referencias, prefiero que me llamen Charlotte o, como a Lawrence le gusta: Charlie.Por un instante Blake fue encajar