Apenas la silueta de Axel desapareció por la puerta rota, sentí cómo todo dentro de mí se quebraba. El temblor de mis piernas ya no era contenible, y antes de que mi cuerpo tocara el suelo, Eliot ya estaba a mi lado. Sus brazos fuertes, aunque heridos, me envolvieron con una urgencia desesperada, atrapándome justo antes de que me desplomara.—Carolina, ¿estás bien? —preguntó con la voz ronca, su respiración aún agitada por la pelea, sus ojos recorriéndome como si necesitara asegurarse de que en verdad estuviera bien .Asentí apenas, con la cabeza recostada sobre su pecho.—Sí… sólo estoy un poco cansada —murmuré, aunque sabía que no era sólo eso. Era el alma la que estaba exhausta. Vacía.Eliot me miró en silencio, con esa mezcla de preocupación, ternura y rabia que sólo él podía conjurar al mismo tiempo. Tenía una herida abierta en la ceja, y aún así, fue él quien me cargó con cuidado en brazos, como si yo fuera algo precioso que podía romperse en cualquier momento. No dijo nada mien
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