El club estaba en su máximo apogeo. Las luces de colores danzaban al ritmo de la música, como si compitieran por quién capturaba más atención. Los invitados reían, brindaban, y compartían momentos que quedarían grabados como anécdotas inolvidables. Sin embargo, entre todo aquel bullicio, Eliezer no podía apartar los ojos de Kelly.Habían sido amigos por años, pero desde hace un tiempo, algo había cambiado. Aquellos pequeños roces accidentales, las conversaciones interminables que parecían llenar el alma, y su sonrisa... Dios, su sonrisa. Era como si ella hubiese encontrado la manera de colarse en cada rincón de su corazón sin siquiera intentarlo.Kelly estaba sentada en uno de los sofás del área lounge, charlando con Avy. Ambas se reían a carcajadas, observando a Marcus, que trataba de seguir el ritmo de la música con movimientos descoordinados. Cada tanto, Kelly se llevaba la mano al pecho, intentando recuperar el aliento entre las risas, y Eliezer no pudo evitar sonreír. Ese sonido
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