En ese momento, Felipe se dio cuenta de que tampoco conocía realmente a la abuela de su esposa. Ya estaba cansado de conducir por toda la ciudad sin saber a dónde ir a buscarla. Fue entonces cuando recordó que tenía su información guardada en el teléfono.Sacó el móvil y buscó entre los datos que le había enviado el investigador, hasta que finalmente encontró la dirección.Tiempo después, el GPS le indicó que había llegado a su destino. Se bajó del auto y caminó hasta la entrada, donde comenzó a tocar el timbre. Sin embargo, nadie respondió.Él ya estaba demasiado frustrado en ese momento, solo pensó que le tocaba esperar unas horas más a que ella volviera a la casa. Estaba a punto de darse la vuelta para irse, cuando una vecina le dijo que la persona que vivía en esa casa había sido llevada a la clínica el día anterior.Felipe se sorprendió mucho al escuchar eso, pues ni siquiera sabía que habían hospitalizado a la abuela de su esposa. Entonces le preguntó si sabía en qué hospital la

Sofía caminó hasta donde estaba su padre, y con el rostro desanimado, dijo:—Santi, necesito que me ayudes en algo.Santiago le lanzó una mirada cariñosa mientras le respondía:—Dime.Ella suspiró antes de hablar:—Sé que lo que te voy a pedir quizás sea mucho para ti, pero lo he estado pensando, y esta es la única forma de poder ver a mi hijo por ahora. Y si esa es la única manera… así será.Santiago, que no entendía nada de lo que ella decía, le respondió:—¿Me puedes explicar mejor? Así podré ver si realmente puedo ayudarte.Sofía fue al grano cuando dijo:—Quiero que hables con Felipe y le digas que quiero entrar a trabajar en su casa como niñera, para así poder estar cerca de mi hijo.Santiago, que no esperaba esa petición de su parte, la miró sorprendido y le preguntó:—¿Estás segura de que esto es lo que quieres? Además, ya sabes que por ahora no puedes decirle la verdad a Andrés.—Estoy cien por ciento segura. Y esto es lo que quiero —respondió Sofía con firmeza.Santiago asin

Felipe solo le dijo: —Sé que ya conoces a Sofía, y quiero informarte que, desde hoy, estará trabajando como la nueva niñera de Andrés.Doña Blanca volvió a sorprenderse, pero antes de que pudiera decir algo, Felipe retomó la palabra:—Ella será una empleada más en esta casa y deberá ser tratada como tal. Además, adviérteles a los empleados que estaban antes de que Sofía se fuera que deben mantener la boca cerrada sobre quién es ella. No quiero escuchar ni un solo murmullo, frente a los nuevos empleados, y mucho menos delante de mi hijo.La señora Blanca le dijo: —Está bien, mi niño —pues lo había visto crecer y, en más de una ocasión, lo llamaba así.Después de eso, Felipe les dijo: —Ya se pueden ir.Cuando la puerta se cerró, tomó su teléfono y marcó el número de su investigador.—Quiero que me averigües todo lo relacionado con Sofía, desde el día que se fue hasta la fecha en que volvió.Felipe no entendía bien por qué, pero había algo que no le cuadraba. Tal vez era por haber creído

Hugo, de inmediato, dijo: —Yo no creo esto. Solo vine para ayudarte y estar de tu lado.Ella le agradeció sinceramente y le pidió que no borrara el mensaje, pues quería averiguar quién había sido el autor de aquel mensaje.—Claro —respondió él.Entonces, doña Judith y la señora Blanca entraron junto a Mariana a la habitación y comenzaron a buscar por todos lados.Y tal como Mariana lo había imaginado... en el fondo de su maleta, estaban el collar y los pendientes.Las tres se miraron, sin mostrarse demasiado sorprendidas, ya que en el fondo ya se habían imaginado cuál sería el resultado. Ahora, lo único que quedaba era descubrir al autor intelectual de aquella vil trampa.Doña Judith, para que todos escucharan y no hablaran mal de Mariana, dijo:—Llegaré hasta el fondo de este asunto, y la persona que intentó tenderle una trampa a Anna… más le vale estar preparada, porque iré tras ella.En ese preciso instante, el teléfono se le resbaló de las manos a Aurora.Mariana había tomado pres

—¿Me estás amenazando? —le respondió Mariana, manteniéndole la mirada—. ¿No te da miedo que Felipe vea tus verdaderos colores?Mariana la había estado observando todo ese tiempo, intentando entender por qué esa mujer la odiaba con tanta intensidad. Ya que, desde que la vio por primera vez, había sentido su odio hacia ella y no era porque seguía enamorado de Felipe.Quizá era algo más profundo, algo retorcido. O tal vez... ¿Se estaba enloqueciendo?Sin poder seguir callando, decidió preguntar directamente:—¿Por qué me odias tanto?Sofía le respondió casi de inmediato, con el rostro desencajado:—Porque no soporto que, por tu culpa, Felipe ya no me mire como antes. Además, odio a los pobres como tú, que sueñan con convertirse en Cenicienta.Mariana, que la observaba con serenidad, le dijo:—Más bien, creo que lo que sientes por mí es envidia.Sofía soltó una carcajada estruendosa.—¿Envidia? ¿Yo, a ti?—Sí —replicó Mariana sin rodeos.Sofía la miró con desdén y preguntó, casi burlándos