"Será una larga noche", pensó Michael al ver las nubes negras que se elevaban desde la prisión hasta cubrir el cielo nocturno. Entonces, un relámpago iluminó el firmamento, oscurecido por densas nubes. Poco después, se escuchó un fuerte trueno y gruesas gotas comenzaron a golpear.Fue exactamente como esa noche.Una noche sin ninguna luz, en medio del hambre y las solitarias calles indiferentes. Un niño abandonado escuchó un coche deteniéndose en la fría carretera. Los faros delanteros iluminaron el pequeño rostro delgado de Michael, haciéndolo casi quedar ciego.No recordaba a los hombres alrededor, solo a uno del grupo: un hombre lleno de tatuajes con voz seca. Se veía lo suficientemente aterrador como para asustar al pequeño Michael, pero fue el único que, hasta el momento, le ofreció la mano.—¿Niño, quieres venir conmigo?Michael, un niño huérfano abandonado al borde de la calle, uno más entre tantos esa noche lluviosa, pero también el afortunado desecho social que fue reclutado
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