Kiara se detiene, pero él le da algo, hasta que su frente empezó a sudar por el temor de ser descubierta. Tratando de tener una apariencia serena, se gira para mirar a su padre. —¿Sí, padre?... —Pasa saliva y luego alza su mirada. —Ven aquí —ordena Watson con autoridad, y ella se acerca, quedando frente a él. Cuando de repente siente cómo coloca su mano derecha sobre su pequeño hombro. —Hija… —Le sonríe, y ella puede ver la clara hipocresía de su padre—. Quiero que aproveches este tiempo para hablar y aprovecho que estamos a solas para pedirte disculpas por haberte golpeado. —No te esfuerces, padre, en pedir una disculpa que no sale de tu corazón. —Kiara, ¿por qué siempre estás a la defensiva? Eres mi hija y solo quiero corregirte. Quizás me odias por lo que pasó con Lia, pero ella está en buenas manos con especialistas. —Lia es intocable, padre, y como dices tú, aprovechando el momento, jamás te lo voy a perdonar. Eso que ustedes hicieron no tiene perdón de Dios. —Kiar
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