Como la orden que se le había dado seguía activa, Samael negó con la cabeza, sin embargo, sonrió con malicia al ver el temor en los ojos en la que se suponía debía ser su compañera.― ¿Por qué lo llamas Chaos? ―preguntó Atenea con sorpresa―Porque los ojos de Chaos eran de un color amatista ―respondió Dasha ―Ni plateados, ni castaños como los de él ―dijo señalando al hechicero ―Los ojos de ese lobo, eran algo que nunca había visto ―Mostrando irritabilidad por primera vez, Claire suspiró, frotó sus cienes y finalmente clavó sus ojos en Samael.― ¿Te quieres explicar, Samael? ―le preguntó la loba con brusquedad―Ah, gracias mi querida Claire ―dijo Samael antes de aclararse la garganta ―Comenzaba a extrañar mi hermosa voz ― ―Ve al punto ―le escupió Philip―Lo que pasa, mi muy querido y respetado rey… Ah, ¿te había dicho que eres mi favorito? ―le preguntó Samael con una pequeña sonrisa de lado ―Tu historia y todo lo que viviste es simplemente fascinante, digna de estudiar ―dijo dirigien

Antes de continuar hablando, Bastián abandonó su lugar en el estrado y con paso decidido, se acercó a Claire, quien se había detenido a unos cuantos pasos lejos de Samael.―Desde el gobierno de Iktan, un aquelarre comenzó a descarrilarse y a tener constantes conflictos con Arcadia, pues dicho aquelarre, comenzó a crear conjuros que afectaban directamente a los lobos de la corona ――Nunca se ha prohibido a los hechiceros protectores que estudien nuestras costumbres o nuestro estilo de vida, sin embargo, abusar de esa confianza fue lo que hicieron algunos de los maestros del aquelarre, Eclipse, quienes, durante siglos, fueron liderados por la familia Mendel ―relató Claire―Cabe resaltar que no todos eran así, la mayoría, eran maestros increíblemente sabios y bondadosos, sin embargo, hubo generaciones que comenzaron a especializarse en las artes oscuras e intentaron deslindarse de su tarea de protectores ―continuó Bastián―En más de una ocasión, la corona de Arcadia intervenía por petici

Gracias a la advertencia y a sus agudos reflejos, Claire se apartó a tiempo para evitar que Samael le rasguñara el rostro.― ¡Arsen sólo nos arruinó! ―rugió Samael ― ¡Él sólo nos condenó! ―gritó al mismo tiempo que intentaba liberar su otra mano ― ¡Yo sólo volví para recuperar lo que era mío! ―exclamó al señalar a Argider, quien no paraba de gruñirle ―Mi padre era un idiota, no tenía ambición alguna ―dijo con voz burlona ―El pensó en eliminarlos, ¿pero yo? Yo quería convertirme en su dios ―― ¿En nuestro dios? ―preguntó Claire arqueando una ceja― ¡Pues claro! ―exclamó Samael ―Con todos esos dones reunidos en un solo lobo, ninguno de ustedes sería capaz de resistirme, ni si quiera esos salvajes ―dijo con desprecio antes de mirar a Claire con desdén, lo que se ganó varios gruñidos de advertencia de todos los presentes―Piénsalo, querida, con la esencia completa de mi lobo podría controlar a los salvajes y ordenarles destruirlo todo a su paso, justo como lo hice aquella noche en el terri

― ¿Qué me ves? ―le preguntó Iva a Alastor al notar su mirada en ella―Nada, querida, nada ―suspiró Alastor antes de volver a clavar su mirada en Arioch ―Ahora que por fin escuché el otro lado de la historia, por fin puedo hilar todas las ideas y entender mejor la situación, sin embargo, aún tengo un cabo suelto, algo que no sé si el consejo lo discutirá abiertamente ―― ¿De qué se trata? ―preguntó Arioch con curiosidad―Me gustaría saber cuándo fue el punto en el que Lucien entró en tú vida ―cuestionó Alastor ― ¿Cómo fue que terminaron aliándose con un original? ―preguntó en voz baja antes de dirigir su mirada hacia la mesa de su hija, donde ella y Dante jugaban con los pequeños Raiden y Raiko respectivamente―Nuestra relación comenzó unos meses después de que la desaparición de Anna se hiciera oficial ―dijo Arioch, cuya mirada, también estaba fija en los dos cachorros híbridos ―Con mi foco de atención centrado en la búsqueda de la cachorra, Samael sintió que te estaba dejando de lado

Como en una especie de trance, Melba avanzó en dirección a Charles, quien, con torpeza y sin soltar la silla en sus manos, también avanzó hacia ella en un intento por acortar la distancia.La mujer frente a él era una mujer hermosa, cuyo cabello largo y pelirrojo, estaba atado en un despeinado moño que le daba un aire de despreocupación que le pegaba perfecto.Su ropa, una filipina blanca e impecable, le indicó que la loba se dedicaba a la preparación de alimentos, algo que, al parecer, hacía con precisión y elegancia, pues no había ni una sola mancha a la vista.Sintiéndose ansioso, Charles tragó saliva, pues cada movimiento que Melba realizaba, comenzaban a atraparlo en una red invisible, una que estaba hecha de esos lazos de los que siempre había escuchado hablar pero que jamás había sido capaz de sentir, aquellos que nacen sin previo aviso y que se aferran con fuerza al corazón.El vínculo de compañeros.Siendo consciente de aquello, Charles no se sintió capaz de soltar la silla e