Mientras que en la finca se libraba una feroz batalla, en el palacio de Interlunio, Alastor y Dante tenían sus propios problemas, pues si bien ya habían alcanzado a sus objetivos, aún no lograban escapar del interior del palacio.Debido a las infernales llamas, salir por el mismo lugar por el que habían entrado resultó imposible, por lo que, en ese momento, ambos corrían por el cuarto piso del palacio, directamente a una torre de vigilancia.― ¿Cómo te sientes, Dante? ―preguntó Alastor, quien llevaba sobre su espalda a Varena, quien, a su vez, sujetaba un paño húmedo sobre la nariz y boca de Alastor―Estoy mejor ―dijo Dante, quien llevaba a cuestas a un semiconsciente Holt, lo cual, dificultaba su avance por aquel infierno― ¿Cómo va la ira? ―preguntó Alastor señalando con la cabeza una habitación que aún se encontraba a algunos metros de ellos―Ha desaparecido por completo ―masculló Dante, quien le dirigió una rápida mirada a Alastor, más específicamente, a un pequeño rasguño sobre s
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