[¿Estás segura de no detenerlos?]Mónica bajó la vista, y una sonrisa apenas perceptible curvó sus labios. Escribió con rapidez.[No, no los detengas. Y recuerda: que quede claro que lo de las fotos fue cosa de ellos, nada que ver con nosotras.]La respuesta de Eileen llegó enseguida.[Tranquila, lo tengo claro.]Mónica guardó el teléfono, recostándose en el asiento con una sensación de bienestar que le invadía por completo.Al llegar a casa, Alejandro la ayudó a bajar del auto, llevándola en brazos. Cruzaron la entrada, y él la subió directamente al segundo piso, a su habitación.Clara los siguió de cerca.—Señor Guzmán, déjeme ayudarlo —dijo con preocupación.—No hace falta —respondió Alejandro, mientras la recostaba en la cama y le colocaba las cobijas con cuidado—. Señora, vaya a preparar la comida, Mónica no ha comido nada todavía.—Claro, claro, en seguida. —Clara asintió rápidamente, aunque no se movió de inmediato. Dudó un momento antes de preguntar:—Señor Guzmán, usted dijo q
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