Bella realmente pensó que iba a golpear a alguien con la botella. Todos lo miraban con los ojos bien abiertos, pero de repente, Diego tomó la botella y la inclinó. El vino tinto comenzó a derramarse, empapando su cabeza.Su cabello, aunque no muy largo, le cubría un poco la frente. El vino lo humedeció, y al peinarse el cabello hacia atrás, su frente brillante y hermosa quedó al descubierto. Sus rasgos ya eran deslumbrantes, y ahora, sin nada que los ocultara, se volvían aún más seductores.Se quitó la chaqueta; su camisa ya estaba medio mojada, pegándose a su piel y dejando entrever el contorno de sus pectorales. Un hombre guapo puede dejar a cualquiera impresionado, pero lo que realmente impresionante era la repentina carga de sensualidad en un tipo que antes era tan duro y distante. Esa gran diferencia hacía que el corazón de cualquiera latiera más rápido.Diego, en un instante, pasó de tener una expresión fría a convertirse en un atractivo empapado.El vino no solo mojó su cabello,
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