Después de que el detective se fue, no tardó mucho en llegar Jordan. Y como había decidido, le pedí que me llevara con mis hijos; sin embargo, él se negaba y llamó al Dr. Ethan para tratar de convencerme de que necesitaba estar mejor para ir a verlos, pues por el momento yo estaba en observación. No soportaba más esa demora y las mentiras, porque estaba al límite, y para empeorar, sentía que Jordan estaba un poco distante. Era como si solo su cuerpo estuviera allí conmigo, pero su mente estaba lejos y, en el fondo, yo temía que algo malo hubiera ocurrido.—¿Qué te pasa? —pregunto, y él me mira lentamente.—Nada, estoy bien —dice, mientras revuelve los ojos.—¿Por qué me mientes, Jordan? —repito, ya irritada, y el loiro suspira.—No te estoy mintiendo, solo estoy exhausto, Sam. Estoy sobrecargado —afirma—. Solo quiero que todo esto pase —murmuro, mordiéndome los labios y apartando la mirada de él.Y no le dudaba; mi marido tenía ojeras profundas y estaba tan decaído como yo. Pero la fo
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