Clara se aferró a él con todas sus fuerzas, llorando y llamando su nombre en su oído.Pero para ella, Alejandro, que respondía a cada palabra, ya no podía ofrecerle ninguna respuesta.—¡Clara! ¡Alejandro!—¡Clara! ¡Juan hermano está aquí! ¡Clara!—¡Alejandro! ¡Estoy aquí!En ese momento, Diego, Juan y Rodrigo finalmente se reunieron con ellos.Diego disparó dos veces, una bala rompió la rótula del asistente, la otra alcanzó su brazo, y la ballesta cayó al suelo, causándole un dolor insoportable.A pesar de eso, el asistente aún no estaba dispuesto a darse por vencido y, sorprendentemente, intentó arrastrarse hacia su arma para contraatacar.Juan actuó rápidamente y en un parpadeo llegó a su lado.Se podía ver su ceño fruncido con gran determinación, levantó el pie y lo colocó en la mano del asistente, luego torció fuertemente el brazo.El grito desgarrador rompió la noche oscura, y el sonido de huesos rotos causó grandes escalofríos. La malvada mano del asistente quedó inutilizada por
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