Una hora más tarde, las luces de la sala de urgencias se apagaron y un médico salió de la habitación.—La vida del paciente no corre peligro, pero el estado de sus miembros inferiores es más grave que antes—anunció solemnemente el médico.Al oír eso, Sofía se sintió inquieta. —¿Hay todavía alguna posibilidad de recuperación?—preguntó.Mirándola, el médico no dio una respuesta clara. —Es difícil de decir. Ahora mismo no es muy probable, pero no es imposible. Los milagros pueden ocurrir en este mundo.Sofía no preguntó más, sabiendo que la posibilidad de que ocurriera un milagro era escasa.Diego fue trasladado a una sala del hospital y despertó poco después. Cuando vio a Sofía, le sonrió. —Siento, Sofía, haberte hecho preocupar.—Diego, lo siento—se disculpó Sofía, incapaz de mirarle a los ojos. Si no fuera por ella, Diego habría podido resistirse a Julio. Si no fuera por ella, Julio no le habría puesto las cosas difíciles deliberadamente, y esto no habría pasado.Al verla
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