39. “Fabio”
Me acerco a la tumba de aquella mujer, coloco el ramo de rosas rojas que le he comprado, dentro de un jarrón vacío que está al lado de una fotografía, donde se muestra muy sonriente al lado de sus dos hijos.Me siento sobre su tumba y estiro una mano hasta acariciar su imagen. Tuerzo una sonrisa, dedicándome a mirar a aquella guapa rubia que casi parecía estar sonriéndome. Carajo, ahora que tenía su lugar de descanso frente a mí, se sentía aun más incorrecto tener su corazón, por mi mente había pasado que, tal vez al venir a visitarla, aquella curiosidad sobre su vida, iba a parar, pero, lamentablemente no lo hacía, ahora más que nunca, quería saber cómo era ella, ¿su vida había sido realmente buena? ¿fue feliz?Niego con la cabeza, dejando salir un lento suspiro.—Gracias, Emma —susurro al fruncir los labios—, gracias por haberme dado una nueva oportunidad para vivir. Prometo que voy a cuidar de tu corazón, prometo que, trataré de ser inmensamente feliz, a como tú debiste de serlo an
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