—¿Elisa? ¿Qué haces aquí? —preguntó Sam, mirando a la mujer que venía por el pasillo.La sorpresa de Elisa era tanta como la de Sam y Caín, pero no se le notó en lo absoluto.—Supe que Caín estaba aquí y vine a visitarlo. Sam miró al hombre. Sus ojos, todavía enrojecidos, parecían aterrados. —¿Eres su fan también? —Por supuesto. Sam no se lo creía. Ella tenía mucha imaginación, pero pensar en Elisa, tan formal y compuesta, rockeando como una loca desatada, le resultaba muy difícil. —Parece que te dieron una paliza. Me preguntaba por qué habría sido, pero ya me estoy haciendo una idea. —Elisa miró a Sam. Caín se levantó, interponiéndose entre ambas mujeres. —Ven, hablemos afuera. —Cogió a Elisa del brazo.
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Extra: Descendencia perversa
—Papi… extraño a mi mami.La niña lo miró con sus brillantes ojos verdes.—Yo la conozco desde mucho antes que tú, la extraño más.Ella se encogió en su asiento, aferrando con fuerza el muñeco de felpa. Era su favorito porque se lo había dado su madre para su cumpleaños número cuatro. Para ella había sido hace una vida atrás, tanto tiempo había pasado. Y no debía llorar, por muy triste que estuviera, ella ya era una niña grande, ya tenía seis años.El brazo de su padre le cruzó la espalda, aferrándole un hombro. Ella le apoyó la cabeza en el costado. Nadie más había en la sala de espera del hospital. Por la ventana, al final del pasillo, se veía la oscura inmensidad de la noche. Estaba tan silencioso, no le gustaba el silencio.—Papi ¿Cómo conociste a mi mami?—Es una historia muy larga.—Quiero oírla.—No es para niñas.—Ya soy grande y me gustan las historias de terror.Él suspiró. Su pasado no lo atormentaba, le había permitido crecer y sanar.—En ese entonces yo estaba enfermo y es
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