Mediados de agostoNew YorkLanceDesde que volvimos de Washington, algo cambió. Mi madre reforzó la seguridad en todas partes: en la casa, la empresa, hasta en los autos. Dijo que era una precaución contra la mafia, pero nadie lo confirmó. Había algo en su tono… una sombra que no terminaba de irse.Intenté seguir el caso de mi atentado, pero la policía me recibía con caras largas y evasivas, la misma frase repetitiva: “No hay avances” y lo más grave el caso se cerrará pronto por falta de pruebas.Sin embargo, en casa, revisaba el papel que me dejó Hanz, pero las palabras parecían burlarse de mí: “Cuando todo se oculte tras el nombre, busca la llave que no abre puertas.” Miraba una y otra vez, tratando de encontrar sentido, cuando Karina entró con su teléfono en la mano, agotada.—Ningún banco de Francia tiene registro de esa llave —informó mientras se dejaba caer en el sillón—. Llamé a Alemania, Suiza, incluso a Nueva York… nada, Lance.Le pasé una mano por el cabello.—Es como buscar

Unos días después, septiembreNew YorkMarthaDesde que descubrí la verdad sobre la muerte de Christopher, la vida se redujo a un único propósito: destruir a mi suegro. La rabia no es solo un sentimiento, es una estrategia que recorre cada fibra de mi cuerpo, cada mirada que lanzo y cada gesto que calculo. Camino por los pasillos de la oficina de Donald Marshall, uno de los socios minoritarios de Williams, sintiendo la tensión de una ciudad que no perdona ni olvida. La secretaria me guía con cortesía profesional y un toque de reconocimiento; sé que mis pasos están medidos y que no hay lugar para distracciones.—Martha, Martha, qué placer verte. Parece que no pasa el tiempo por ti —dice Donald al recibirme, besándome la mejilla con la formalidad de siempre.Sonrío, midiendo cada movimiento.—Donald siempre exagerando, tú también te ves bien —respondo, apoyando la espalda contra el respaldo de la silla, las manos entrelazadas sobre mi bolso.Donald rueda los ojos con fingida humildad y u

DiciembreLondresWilliamsDiciembre envolvía Londres con su frío habitual y la ciudad parecía dormida tras un año de negocios y guerras silenciosas. Había pasado los últimos meses dejando todo en orden en mis empresas, revisando cada detalle con obsesión y asegurando que mis alianzas con funcionarios y socios continuaran intactas. La lealtad, después de todo, se mantenía mientras los intereses económicos fueran atendidos.Mi atención estaba en el hijo del jefe de la mafia rusa. Harry había ejecutado la primera fase de nuestro plan, y aunque Yuri Pávlov no se quedó quieto tras el ataque de Alexander Ivanov, por ahora su guerra no era mi preocupación principal. Solo quedaba esperar los resultados de mi hombre de confianza.—Buenas tardes, Williams. Lamento la tardanza, pero en esta época del año, el tráfico es fatal —Harry aparece ajustándose la corbata y quitándose el abrigo.—Lo importante es… que llegaste —respondo, tosiendo ligeramente, mientras lo observo acercarse.—Deberías ir al

Primeros días de marzoNew YorkLanceHabíamos logrado que Harry nos entregara información para hundir a mi abuelo, siempre y cuando cumpliéramos con nuestra parte del trato: entregarle su dinero y dejar sin efecto la demanda que había puesto la familia de Rogelio Lopez. Roger se encargaba de todas las acciones legales, moviendo cada pieza para arruinar al viejo.Mi madre me confesó que quería ajustar cuentas con mi abuelo porque descubrió que él había sido el verdadero causante de los sabotajes que afectaron los últimos años a los aviones de nuestra empresa. Solo contábamos las horas para que pagara por todo lo que nos había hecho.Por mi parte, celebré mi aniversario con Karina lejos de todo. Sabía cómo era yo y ella me dejó en claro que no era momento de viajar a cualquier lugar que tuviera planeado. La única opción fue prestarle a mi madre la casa que tenía en la playa de Long Island.Pasamos tres días como un par de enamorados: caminábamos al amanecer por la playa, disfrutando de

Quince días despuésNew YorkLanceComo mamá lo dispuso, invalidamos el trato con Harry Johnson. Su dinero fue transferido a una cuenta a nombre de su hija. Tal como esperábamos, el padre de mi amiga enfrenta cargos por la muerte de Rogelio López.Karina, mientras tanto, termina unos proyectos para la empresa.Y yo… por primera vez siento que puedo respirar. Que todo empieza a tomar forma. Ahora estoy con mamá, revisando mis planes.—Mamá, escúchame —le digo, apoyando el vaso de agua sobre la mesa—, si conseguimos dos barcos cargueros podríamos dejar de depender de las tercializadoras. Sería un paso enorme.—Sí, Lance —responde distraída, los ojos perdidos en algún punto de la ventana—. Me parece perfecto.—¿Qué te pasa? —frunzo el ceño, inclinándome hacia ella—. Estás ausente… ni siquiera escuchaste la mitad de lo que te dije.—No es nada, hijo, solo… cansancio.—Mmm.. —la miro un instante—. A todo esto, nunca te pregunté qué pasó en la lectura del testamento del viejo. ¿Me dejó algo?