Capítulo 2

La noche fue bien, una vez terminada la cena, Adella y Jett fueron a ver una presentación de Celine Dion. Al volver a la suite del hotel, Adella se dejó caer en la cama con Jett.

Una hora después Adella desnuda se zafó del abrazo de su novio para apurarse a bañar. Su vuelo salía en hora y media, no tenía mucho tiempo. Se desmaquilló y se dio una ducha rápida. Cuando salió se puso la ropa que Boris le tenía apartada sobre una silla.  En ese momento decidió despertar a su novio que de mal humor aceptó ponerse en pie.

—           ¿Por qué te vas antes? Creía que salías a Nueva York al medio día.

—           No tengo mucho que hacer aquí, y ya que tengo vacaciones quiero aprovecharlas.

—           A veces no te entiendo. Estamos en Las Vegas ¿Qué mejores vacaciones?

—           Mi familia está en Nueva York.

—           Bien. Comprendo. ¿te quedaras en casa de tú mamá o en tú departamento?

—           En mi depa ¿por? – Adella lo miro por medio del espejo mientras se peinaba.

—           Tal vez me quedé allí un par de días el fin de semana.

—           ¿No volverás a Los Ángeles? – preguntó un poco extrañada.

—           Sí, pero solo me faltan un par de escenas y tema acabado. Después de eso no tengo nada más que hacer.

—           Está bien – aceptó con una sonrisa.

Su novio también sonrió, luego le abrazó por detrás regalándole algunos besos en el cuello y el hombro. A ella le gustaba cuando Jett era cariñoso, en esos momentos no sentía que su relación fuera tan falsa. Y lo cierto era que Jett estaba enamorado de ella, aunque no eran exclusivos. Eso hacía que fueran más honestos entre los dos.

—           A veces me pregunto cómo resisto estar separado de ti. – murmuró él.

—           Con tus amantes no es tan difícil – Respondió cabizbaja.

—           Sabes que las dejaría de ver si me lo pidieras, pero eso cambiaria las reglas…

—           Para mí esa es la única manera de hacer que funcioné…

—           Lo sé. Solo quiero que tengas presente que puedo comprometerme.

—           Jett. Ya hemos hablado de esto.

Si, ya habían hablado, Jett quería que una verdadera relación de amor y fidelidad, pero eso era algo que ella no estaba dispuesta a ceder.

—           Bien. Lo intente – su novio suspiró frustrado – no te quito más tiempo, nos vemos – con un último beso apasionado dio media vuelta alejándose y cogiendo su chaqueta negra en el camino a la puerta y salió.

«Si te diera una oportunidad estoy segura de que me traicionarías al poco tiempo y con ello dejarme hecha polvo. Así que no puedo… simplemente no puedo ser la culpable de mi propia destrucción»

Dominic Brynmor acababa de colgarle a su hermano mayor. Estaba harto de su hipocresía y más cuando estaba seguro de que solo lo llamaba para fastidiarle el día citándolo a un almuerzo el lunes por la mañana, y aunque odiaba ver la cara de imbécil no podía negarse, su hermano era su jefe ahora.

Los Brynmor eran dueños de una de las más famosas productoras que podías encontrar en el país. Su hermano Evan Brynmor era quien dirigía la empresa ahora que su padre había decidido darse un descanso. En aquel momento Dominic supo que su carrera musical no sería tan fácil, su hermano era dueño de su banda de Rock por el momento, hasta que su padre decidiera salir de su madriguera de amor con su madre. Y él ya no era un niño para irle a rogar a su padre que volviera a su lugar como presidente de la empresa, algo que le causaba repulsión de solo pensarlo. Tanto su madre como su padre se estaban divirtiendo viajando y él no les arrebataría eso ¡Jamás!

Dominic se levantó de la silla de su gran oficina para ver a través del cristal su recién estrenado club. Era un lugar un poco particular. Música rock y electrónica eran el menú de la casa, a veces intercalaba entre una banda en vivo u otras con DJ del momento haciendo saltar a la gente entre cuerpos sudorosos y bebidas alcohólicas. Era el nuevo club del momento, todos querían entran, pero no podían, había requisitos especiales. CLASS no eran un club donde solo los más hermosos y adinerados entraban, en referencia al nombre CLASS era diversidad tanto en estatus social como en cultura. 

Podías ver hombres con camperas negras de cuero o blazer de marca, mujeres con pantalones de cuero bien ajustados o vestidos cortos de alta costura, lo único que tenías que hacer era hacerte socio o ser amigo de un socio para estar dentro. De esa manera se controlaba quien entraba y quién no. Era un buen negocio. Muchos no creían que un hombre tan joven fuera el dueño, otros simplemente admiraban lo que había logrado en tan poco tiempo después de graduarse de la universidad - para gusto de su padre.

La puerta de su oficina se abrió y con ella apareció su buen amigo Elliot. Un tipo duro que podía partirte la cara si lo molestabas. Dominic suspiró cansado, Elliot tuvo que sonreír con suficiencia al ver su mal humor.

—           ¿Qué te trae por aquí? – Dominic se sentó frente al escritorio mientras sacaba dos cervezas de la pequeña nevera a su lado por lo que tuvo que agacharse un poco.

—           Ren me llamó esta tarde para contarme que tenía una nueva rola.

Elliot tomó asiento y estiró su brazo derecho lleno de tatuajes para tomar la botella de cerveza. Dominic se recostó en su mullida silla un poco aliviado.

—           Esas son buenas noticias, seguro que nos gustara.

—           Los asiáticos son buenos en todo lo que hacen, a excepción del sexo.

Esta teoría tenía sus bases, no habría forma de replicar. Él mismo había salido con una japonesa y luego con una coreana, ellas habían afirmado que los amantes de su tierra no eran nada comparado con los americanos y los latinos, aunque no mencionaron nada de los europeos, algo curioso ya que él era más europeo que americano por haber vivió en Inglaterra tanto su niñez como la adolescencia en un prestigioso internado en Oxford.

—           No te has acostado conmigo para saberlo.

Ren entró en la habitación y se sentó al lado de Elliot para después quitarle la botella y bebérsela de un trago.

—           No doy por ese bando – comentó su tatuado amigo.

—           Ni yo, prefiero las mujeres pequeñas y lindas, preferible rubias, y tú no eres ninguna de esas – replico el coreano.

—           ¿Cervezas? – preguntó Dominic para gusto de los chicos.

—           No hacía falta preguntar – se burló Elliot, Dominic puso los ojos en blanco y encogiendo sus hombros se giró a por más cervezas.

Tanto Elliot como Ren eran sus amigos desde la infancia, una larga amistad que le hacía pensar en ellos como hermanos más que como unos simples amigos. Dominic había conocido a Elliot en el jardín de infantes, Elliot le había molestado mucho cuando Dominic había dejado caer jugo de mango en su camisa, luego Elliot había encestado el primer puño en la cara de Dominic así que se enfrascaron en una pelea mientras eran rodeados por lo demás niños. Luego terminaron en la dirección hasta que sus madres llegaron. Tras regañarlos, ellas decidieron tomar un café, se hicieron amigas y por lo tanto él empezó a bajar la guardia con Elliot cuando empezaron a jugar juntos a policías y ladrones.

Con Ren fue diferente, el chico era un misterio en la escuela, no hablaba mucho, casi nada. Solo se la pasaba leyendo y escuchando música con los audífonos. Ren al igual que él eran de familia bien acomodada, según lo que le había contado Ren, había sido adoptado cuando tenía un año así que no tuvo problemas para adaptarse, el problema había empezado cuando su madre había deseado adoptar otro niño, él se aisló creyendo que ya no lo querían, pero cuando en vez de un niño llegó una niña pequeña con un cabellos oscuros y piel blanca, a Ren no le quedo más que quererla como a nadie.

Por medio de aquella niña fue que se hicieron amigos. Ella se habría perdido en el internado a no ser por Dominic que a pesar de su renuencia a ayudar a la gente se ofreció a acompañarla a buscar a su hermano mayor.

Bueno, aquella niña dulce hoy en día era una joven hermosa, inteligente y muy rebelde. La última vez que la había visto se había rapado un lado de la cabeza y planeaba ponerse un expansor en la oreja. Dominic no sabía cómo su amigo se las hacía para controlar un poco a su desobediente hermana. Dominic tenía dos hermanos, pero ni Evan, ni Daniel necesitaban ser controlados y menos cuidados. Los hombres se cuidaban solos.

—           El otro día vi a tu hermana, la invité a hacerse del control de la música mañana.

—           No me ha informado nada. – murmuró el coreano.

—           Eso es porque le quieres poner límites en todo y eso que ya es mayorcita de edad – regañó Elliot.

—           ¿Y me culpas de ser sobreprotector? – Ren se estaba molestando y Dominic no quería que arruinaran el ambiente con una tonta discusión muy repetitiva para su gusto a lo largo de los años.

—           Yo no he dicho eso, simplemente dale su espacio.

Elliot tenía su punto.

—           Muchachos, volvamos a centrarnos en la nueva rola.

—           Bien – accedieron en un asentimiento – creo que lo idóneo sería ir al estudio y ver que tal sale.

—           Ren, entonces encárgate de apartar en estudio para el lunes en la tarde.

Él asiático asintiendo se levantó de la silla y sacó su teléfono móvil del bolsillo de su pantalón mientras fruncía el ceño.

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